lunes, 14 de octubre de 2024

 DE LA REVOLUCIÓN FUSILADORA AL ANARCO LIBERTARISMO – DE LA FOBIA ANTIINDUSTRIAL AL INDUSTRICIDIO EXPLÍCITO 
Desconocida por muchos, ante los ocultamientos que los “poderes establecidos” (el establishment) utilizan para evitar o dificultar análisis “incómodos”, resultan las claras similitudes y continuidades históricas, del accionar de los sucesivos gobiernos ultra conservadores, que hemos padecido en Argentina. 
Si bien hacer un breve pero completo resumen de gobiernos calificables como cipayos (término acuñado por Jauretche, que define a los compatriotas que operan abiertamente contra los Intereses Nacionales), requeriría comenzar por las nefastas influencias de Rivadavia y sus continuadores, (hayan sido esos, liberales, acomodaticios u oportunistas varios), y desde el infame “proceso” (1976-1983) con los dogmáticos neoliberales, para llegar al actual muy destructivo anarco libertarismo. 
Como un ejemplo es más claro que una frondosa explicación, es muy interesante poner en evidencia un repetido caso puntual, centrado en una empresa emblemática y prestigiosa, como es Mercedes Benz, que parece haber pasado desapercibido, pese a la contundencia que implica. El tema requiere una breve explicación del contexto histórico del tema. 
Dentro de las múltiples acciones concretadas por el peronismo (1946/1955), se puso mucho énfasis en el desarrollo industrial y tecnológico, para superar las limitaciones de la economía casi exclusivamente primaria a la cual nos limitaban los condicionamientos sutiles o no tanto, ejercidos por las potencias anglosajonas, a las que gustosamente se subordinaron los sectores internos ultra conservadores, que fueron detentadores del poder casi omnímodo que habían ejercido en el medio siglo largo del mitrismo, y su continuismo en la década infame (1930/1943). 
Uno de los sectores que se buscó desarrollar en la década peronista, fue el de la industria automotriz, por su fuerte efecto multiplicador, por su innegable importancia estratégica, y para limitar la sangría de divisas que significaba el rol de importador crónico de esos bienes. Los esfuerzos en tal sentido, fueron varios y significaron los comienzos de tan importante área tecnológica e industrial de nuestro país. 
Notables fueron las fructíferas acciones del Brigadier San Martín, dirigiendo la fábrica aeronáutica situada en Córdoba, la cual se expandió y produjo varios modelos de pequeños automotores y camionetas, así como también se diseñaron y produjeron en esos años, un sedán mediano y un deportivo con carrocería de fibra de vidrio (el segundo en el mundo en utilizar esa tecnología). 
Poco después comenzaría la producción de un ícono de la industria argentina, como lo fue la camioneta Rastrojero, de diseño nacional, cuya producción se mantuvo hasta que Martínez De Hoz (personero del riñón de la muy ultra liberal Sociedad Rural) la desarticuló de un plumazo, en el infame y apátrida “proceso” (1976-1983). 
También en aquella década peronista, se concretaron dos inversiones potencialmente muy importantes en el rubro automotriz: las radicaciones de Industrias Kaiser Argentina (IKA), y de Mercedes Benz, en ambos casos para producir vehículos livianos. El caso de la empresa germana, fue notable, pues se trató de la primera inversión concretada fuera de Alemania, que en nuestro país comenzó a ensamblar el MB 170 Diesel, que llegó a ser el más vendido en Argentina como taxi; dotado de un anticuado pero robusto diseño utilitario anterior a la Segunda Guerra Mundial. 
Pero era muy necesario renovar la escasa y obsoleta flota de camiones que existía en nuestro país, en aquellos años de la década del ’50. Se seguían utilizando camiones y ómnibus de los años ’30 y comienzos de los ’40; definibles como livianos (con poca capacidad de carga), en su mayoría “made in USA”, en menores cantidades de manufactura británica, y algunos muy pocos de otros orígenes (Francia, Italia y otros). 
En parte se habían suplido las urgencias, comprando cantidades de rezagos de guerra en muy buen estado, básicamente los rústicos GMC de simple, doble y triple tracción, y los más pequeños “Ford Canadá” frontales con ruedas simples en el tren trasero (estos eran para poco tonelaje, si bien acá se lo usó para mayores exigencias). 
A mediados de los ’50 era necesario proveer cantidades importantes de camiones y chasis para colectivos, acorde a las necesidades de una economía en desarrollo. 
Fue entonces cuando se llegó a un acuerdo, ventajoso para ambas partes, por el cual Mercedes Benz ampliaría sus inversiones (eran las primeras de esa empresa fuera de Alemania), montando una fábrica de camiones y ómnibus medianos y semi pesados. 
Para Argentina, implicaba posicionarse como productor de vehículos de carga, lo cual tenía y sigue teniendo notable importancia estratégica; y para la empresa germana, la posibilidad de liderar el sector en nuestro país, desplazando a proveedores de USA, Reino Unido, y en menores escalas, otros de Europa. 
Las maquinarias para montar la fábrica de camiones estaban en viaje, cuando se perpetró el golpe de Estado que sería recordado por su violencia y odios dogmáticos e irracionales, como “la revolución fusiladora”, la cual tenía el explícito objetivo de desarticular las transformaciones realizadas por el peronismo, para volver a la supuesta “Argentina soñada” de economía primaria y estructura socio económica semi feudal del siglo XIX. 
Dentro de las múltiples aberraciones fácticas y conceptuales de los golpistas, su cerrazón mental anti industrial, llevó a tildar agresivamente de “empresa peronista” a Mercedes Benz Argentina. Eso motivó que las maquinarias en viaje, se desviaran hacia Brasil, donde en poco tiempo comenzaron a producir… y después Argentina importaría los vehículos que estúpidamente el sector “gorila” (anti peronista visceral) se negó a fabricar acá. 
Recién a partir de 1960/62, se comenzaron a producir cuatro marcas de camiones livianos y medianos, (Bedford, Dodge, Ford, Mercedes Benz) pero bajo los condicionamientos del Plan Larkin, que desarticuló en parte a la red ferroviaria. 
Hubo un intento de Siam Di Tella, que producía exitosamente autos bajo licencia de British Motor Corporation, de producir camiones semi pesados, con tecnología Aclo (también británica), llamándose Siam Aclo. Pero el fundador de Siam, la que fuera el mayor grupo industrial argentino, fue suplantado por sus hijos, que no demostraron interés ni capacidad para seguir desarrollando a esa empresa, la cual pronto fue a la quiebra. 
Pasaría poco más de una década, para que fructifique la iniciativa de comenzar ¡por fin!, a producirse vehículos de carga pesados, inicialmente Fiat y Deutz. Una cambiaría su nombre por IVECO, incorporándose después Scania. En el período de la llamada Revolución Argentina, se tomó la iniciativa de reequipar a las Fuerzas Armadas con equipos de producción nacional. Los vehículos livianos y medianos de doble tracción, serían fabricados por Mercedes Benz, y los pesados, de doble y triple tracción, por Fiat. Después vendrían los aciagos días de neoliberalismo, con anti industrialismo explícito y feroz, comenzado en el nefasto “proceso” (1976-1983), y continuado en el menemato y el delarruato, volviendo años después en el endeudador y destructivo neoliberalismo del macrismo, con políticas anti industriales. 
En ese contexto, Mercedes Benz solo produjo vehículos livianos, importando los medianos y pesados desde Brasil. Paralelamente, se dejaron de producir en Argentina camiones y chasis Ford, Dodge y Chevrolet, mientras IVECO pasaba parte de sus líneas de producción hacia Brasil. Después Mercedes Benz volvió a fabricar en Argentina, camiones medianos y semipesados. Actualmente, con el industricidio masivo en plena perpetración, con la vergonzosa cómplice actuación de la UIA (debería llamarse Unión Industricida Argentina), trascendió que, entre otras muchas empresas industriales que cierran, Mercedes Benz Argentina busca vender todos sus activos. 
Con los respectivos éxodos de la empresa germana, queda en evidencia la deplorable continuidad histórica de dos perniciosos cipayos períodos de gobierno: el de “la fusiladora” y el anarco libertario. 
No deja de ser muy importante que Argentina y Brasil son los únicos países de Sudamérica con capacidades para producir camiones y chasis de ómnibus. 
Pero como los objetivos muy claros de libertarios y sus secuaces políticos, de mínima buscan retrotraernos a la hoy inviable Argentina feudal del medio siglo mitrista (1862 – 1916), resulta muy claro el ensañamiento anti industrial del actual gobierno. Y vergonzosos resultan los densos silencios de referentes políticos “opositores”, gremialistas, intelectuales, y supuestos declamativos pseudo patriotas con y sin uniforme. 
Es muy claro, que el objetivo de máxima de los perpetradores y cómplices del desguace nacional, es hacer implosionar a Argentina en media docena o más, de paisitos inviables, o volvernos una simple factoría, manejada desde afuera y carente de todo vestigio de dignidad y patriotismo. 
Por algo están implementando feroces políticas de genocidio económico y de embrutecimiento masivo, esto último atacando con saña a las muy importantes y prestigiosas Universidades Nacionales. MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ 
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

lunes, 7 de octubre de 2024

 Reportaje radial del 07/10/24 - Tema: desguazando al Sector Nuclear.

https://youtu.be/wSMbqBK8Au8?si=PiXGGFAQynJK7dSY


sábado, 5 de octubre de 2024

 DESGUAZANDO AL SECTOR NUCLEAR, ORGULLO NACIONAL – CAMINO AL FEUDALISMO OLIGÁRQUICO DEL SIGLO XIX 
No puede sorprender que el actual gobierno libertario, con sus cogobernantes neoliberales de distintos sellos partidarios, haya profundizado los fuertes ataques al Sector Nuclear Argentino; pero no por eso deja de ser marcadamente doloroso para los que amamos sinceramente a nuestra patria. 
Sin desconocer el contexto general de destrucción de todo lo vinculado con el Ser Nacional, en plena perpetración con premeditación y alevosía, con sus dos objetivos (de mínima involucionarnos al inviable enclave semi feudal de excluyentes producciones primarias, de comienzos del siglo XX; y de máxima, consumar la disolución nacional, acorde a los objetivos de los poderes globalizantes mundiales); es importante trazar una breve reseña del importantísimo rol de promoción del desarrollo socio económico que desde su creación, impulsa el Sector Nuclear Argentino. 
La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) fue creada en 1950, y en cierta forma se le dio mayor preponderancia institucional poco después, con la fuerte impronta positiva dada por el Dr. Físico José Antonio Balseiro y su inicial reducido pero muy destacado núcleo de colaboradores. 
Fue sin duda alguna muy destacable que tan tempranamente, Argentina haya ingresado al selecto grupo de naciones, que buscaron desarrollar tecnología nuclear para fines pacíficos; siendo a partir de entonces, sucesivos hechos concretos los que fueron jalonando los avances en tan destacado sector estratégico. 
Pese a la fuerte oposición que el golpe de Estado ultra conservador de 1955 demostró contra todas las muchas concreciones del peronismo, de algún modo el Sector Nuclear fue la excepción; siendo tema que ameritaría mayor análisis evaluar el aparente contrasentido que precisamente la Marina, el arma más ultra conservadora cargada de visceral antiperonismo (su accionar lo demuestra), haya sido la que tomó bajo su injerencia directa, a la CNEA. 
Desde entonces, varios de sus oficiales de alto rango, con capacitaciones profesionales en la tecnología nuclear, fueron presidentes de la CNEA, en sucesivos períodos de gobiernos militares. 
Se expone una síntesis, seguramente incompleta, de los logros que fueron marcando la trayectoria del prestigioso Sector Nuclear Argentino. 
Ya en 1958 estuvo operativo el primer reactor nacional para investigación, el RA1, al que sucesivamente siguieron 8 más terminados, más el décimo en avanzado grado de desarrollo, pero absurdamente paralizado por el actual gobierno “nacional” (en rigor es antinacional). 
Esos reactores de bajas potencias, para investigaciones, indudablemente fueron y son muy importantes tanto para profundizar distintas facetas teóricas y prácticas del amplio espectro de la tecnología nuclear, como para producir valiosos insumos con impronta nuclear. 
Uno de los logros posiblemente más relevantes de esos reactores de investigación, es producir radioisótopos y otros insumos básicos para fines medicinales, en particular para el tratamiento del cáncer y para otros estudios médicos no invasivos. También se avanzó en pruebas no destructivas de materiales, así como diversas aplicaciones prácticas de la tecnología, como la irradiación de alimentos con rayos gamma, para anular microorganismos que los deterioran, y con ello ampliar sus períodos de conservaciones (muy usados en quesos y papas, entre otros); y el combate a las plagas de la agricultura mediante la esterilización de las mismas evitando sus reproducciones; además de los muchos efectos multiplicadores positivos que se fueron dando en otras áreas del conocimiento y sus aplicaciones prácticas. 
Tan importantes fueron esos desarrollos, que no solo abastecieron las necesidades internas nacionales de insumos nucleares para usos medicinales, sino que también nos convirtieron en exportadores a las naciones hermanas de nuestra región. 
En el período de la autodenominada Revolución Argentina (1966 – 1973), se tomó la decisión estratégica de dar fuerte impulso a la actividad nuclear, para ingresar en el muy selecto (por entonces) grupo de naciones dotadas de usinas de generación nuclear. 
Esa decisión, fuertemente orientada hacia el desarrollo nacional, puede parecer un contrasentido, en un período de gobierno pretoriano, cuya conducción económica fue claramente liberal, o sea teñida de antinacionalismo. 
Pero al respecto, cabe citar que, en ese período de gobierno (los años de Onganía y sus sucesores), tuvieron influencias, posiblemente muy significativas, dos personalidades muy afines al Pensamiento Nacional, como lo fueron el economista Dr. Aldo Ferrer, y el analista geopolítico General Juan Enrique Guglialmelli. 
Con ambos tuve el inmenso gusto no solo de escucharlos, sino también de dialogar. Experiencias muy enriquecedoras en lo intelectual y desde una mirada Nacional. 
Consecuente con esa decisión de desarrollar la tecnología nuclear, se decidió comenzar, con respaldo tecnológico de Siemens de Alemania, nuestra primera Central Nuclear, Atucha 1, y el proyecto era completar media docena de centrales para los años 90, o fechas cercanas. 
El establishment ultra conservador, siempre asociado a los poderosos intereses de la termoelectricidad y opuesto a nuestro desarrollo tecnológico autónomo, logró anular los siguientes proyectos, pero Atucha 1 siguió adelante, siendo inaugurada por Perón durante su breve tercer período presidencial. 
Actualmente se está por comenzar el proceso de extensión de la vida útil de Atucha 1. 
De esta Central, es destacable que hace algunos años, ante un serio inconveniente en el núcleo del reactor, los científicos argentinos diseñaron un procedimiento y perfeccionaron las herramientas especiales, con lo cual lograron salvar al reactor, al cual la propia Siemens daba por perdido. 
¡Un orgullo nuestros científicos! 
La Central Nuclear Embalse, fue la segunda construida, esta de tipo Candú, con apoyo tecnológico de Canadá. 
En el muy nefasto “proceso”, el perverso accionar del ministro de economía, personero de la SRA (Sociedad Rural Argentina), el abogado Martínez De Hoz, perpetró “negocios privados” estatizando una obsoleta central termoeléctrica en muy mal estado, (era de “La Ítalo”, de la cual era uno de los directores). Y como siempre pasa con personeros de lo antinacional, se pretendió dar cátedra de moral en el manejo del Estado. Hipocresía frecuente de los personeros del liberalismo económico, siempre funcional a los oscuros intereses antinacionales. 
El mismo ministro, con pleno respaldo del presidente de facto Videla, acorde al dogmatismo ultra liberal, quiso frenar el accionar de la CNEA para seguramente luego desguazarla, pero se encontró con la férrea oposición del oficial de La Marina e Ingeniero Nuclear, Carlos Castro Madero, quien operó fuertemente para seguir desarrollándola. La dupla Videla – Martínez De Hoz tenía el objetivo de desguazar SEGBA, a lo cual se oponía el sector sindical, liderado por Oscar Smith, quien fue secuestrado por un “grupo de tareas”, pasando a la lista de “desaparecidos” (asesinados) del “proceso”. 
SEGBA se dividió para privatizarla, en EDENOR, EDESUR, y EDELAP. La supuesta “eficiencia privada” priorizó repartir dividendos entre los accionistas, dilatando necesarias inversiones en Transmisión y Distribución, lo que provocó cortes en el servicio, sobre todo según trascendió, en EDESUR, de la cual se señaló que uno de sus principales accionistas es el actual ministro “Toto” Caputo. Parece que todo tiene que ver con todo… 
Es sabido que la figura de Castro Madero es controversial, pues fue indudable su dedicación y capacidad presidiendo la CNEA y concretando hitos importantes, como la exportación de un reactor de baja potencia a Perú, y también comenzar el proceso de construcción de la tercera central nuclear, llamada Atucha 2; esta con apoyo tecnológico de Siemens; impulsando también otros avances en el desarrollo tecnológico nuclear nacional. 
Pero al accionar de Castro Madero se lo vincula con las desapariciones (léase asesinatos) de varios científicos de la CNEA, como sucedió en muchos casos, en esos aciagos años de violencia, sutilmente instigada por los anglosajones, para instalar odios profundos en un contexto asimilable a una guerra civil. 
En 1976 se creó INVAP, un ente tecnológico propiedad de la Provincia de Río Negro, con claro y muy valioso respaldo de la CNEA, siendo su fundador el Dr. Conrado Varotto, reconocido científico de dilatada y muy valiosa trayectoria. Teniendo muy amplio campo de acción científica, INVAP involucra a la tecnología nuclear, y también abarca otras áreas de la ciencia pura y aplicada; llegando a tener un rol destacadísimo para construir centrales de baja potencia, entre otros muchos logros destacables. 
Respecto al infame “proceso” (1976-1983) caducó por su propio peso de gruesas negatividades, cargado de soberbia propia de ignorantes con poder y carentes de real patriotismo; pero dejó vigente en las penumbras, al apátrida “partido militar”, anclado doctrinariamente en los años ’70, subordinado al Consenso de Washington, con pautas antes ya erróneas, y hoy totalmente anacrónicas. Pero este ya es otro tema, que amerita su análisis por separado. 
En ese contexto de presiones y/o condicionamientos implícitos, asumió el gobierno civil de Alfonsín, el cual claramente no tuvo entre sus prioridades al desarrollo del Sector Nuclear, no definiendo inicialmente el cambio de conducción en la CNEA que, en los comienzos del nuevo período político, siguió en manos de Castro Madero. 
En ese interregno de cambios del poder formal pretoriano al civil, en la CNEA se siguió avanzando tecnológicamente, concretándose el enorme logro de dominar el ciclo completo de producción de combustibles nucleares para usos pacíficos. 
Evidenciando el debido cumplimiento de formalidades, el todavía presidente de la CNEA, Castro Madero, comunicó personalmente al nuevo presidente de la nación, Alfonsín, que Argentina había dado otro enorme avance tecnológico en el estratégicamente sensible Sector Nuclear. 
Contra toda lógica de utilizar positivamente ese notable avance tecnológico, para apuntalar el desarrollo nacional, y como hubiese sido coherente, felicitar y apoyar con mayor énfasis el desarrollo tecnológico nuclear, Alfonsín frenó abruptamente el accionar de la CNEA, paralizando proyectos y congelando las vacantes, lo cual fue muy negativo. 
Cabe analizar si lo hizo por pura ignorancia del estratégico tema de la tecnología nuclear; por cobardía, ante las previsibles presiones que recibiría por parte de las potencias anglosajonas y sus vinculados directos (más aun siendo reciente nuestra derrota militar en Malvinas); o si lo hizo por ambas causas (ignorancia y cobardía). Trascendió que influyó en esa muy negativa acción contraria al desarrollo nuclear, el asesor en temas energéticos de Alfonsín, Jorge Lapeña, conocido especialista con profusa acción mediática, y de claro sesgo muy afín a los intereses de la termoelectricidad, para los cuales los desarrollos nucleares e hidroeléctricos son “indeseables”, pues por costos menores y sus múltiples efectos multiplicadores positivos, las usinas a base de petróleo o gas, no pueden competir con las hidros y las nucleares. 
Desde esa negativa medida anti nuclear de Alfonsín, el Sector Nuclear soportó un largo período de congelamiento total, incluso de las vacantes, de 22 años, lo que provocó el envejecimiento de su planta de trabajadores científicos y técnicos de muy altas capacitaciones. Era una perversa política de “desguace con cuentagotas”. 
Esa negativa Política de Estado antinuclear, se revirtió, con renovados muy fuertes impulsos, desde 2006. Desde ese año, se impulsaron distintos ambiciosos proyectos, de muy positivos efectos científicos y económicos. Y el presupuesto de la CNEA se multiplicó 1.100 % (once veces). 
Se tomó la decisión de terminar Atucha 2, lo que luego de grandes esfuerzos se materializó en 2014. Además, después de desarrollar las tecnologías en la Planta Experimental de Agua Pesada (construida en el predio de Atucha), se construyó la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP), situada en Arroyito, Neuquén; la cual es la más grande del mundo, teniendo plena capacidad para proveer del vital insumo a nuestras tres centrales, y además exportar a otras naciones que operan usinas nucleares en base a uranio natural, que utilizan el agua pesada como moderador. 
En los tramos finales del gobierno peronista de 2003 – 2015, se rubricaron sendos acuerdos estratégicos con China y Rusia que, entre otros temas, se acordó construir tres nuevas centrales nucleares de gran porte, dos de ellas con respaldo tecnológico y financiación de China, y una de Rusia. Dos iban a ser con tecnología de uranio natural, y una de uranio enriquecido. 
En 2015 se había comenzado Atucha 3, de tecnología de uranio natural, con respaldo de China. El gobierno neoliberal del macrismo, sin justificativo alguno, paralizó la construcción de Atucha 3, despidiendo numerosa cantidad de personal altamente capacitado, lo cual fue un enorme perjuicio contra nuestro desarrollo tecnológico. En la misma negativa senda de entorpecer al Sector Nuclear, se paralizó el funcionamiento de la PIAP, despidiendo a casi toda su muy capacitada dotación de personal. Claramente, el objetivo neoliberal, era desguazar esa planta industrial; y una consecuencia negativa fue no solo dejar de exportar agua pesada, sino también que pasemos a ser importadores del valioso insumo. 
En el gobierno tibiamente peronista, del albertismo, se tardó tres años en cambiar la cúpula de la CNEA, se demoró injustificadamente el comienzo de Atucha 3, que esta vez China ofreció construir con la tecnología de uranio enriquecido y agua liviana de moderador, y no se operó decididamente para volver a poner en marcha la PIAP. 
Para varios analistas políticos, el albertismo pareció más una réplica algo burda de la social democracia de la Unión Europea, que un desteñido accionar del histórico nacionalismo económico del peronismo. 
El desarrollo tecnológico nuclear argentino, es muy reconocido en el mundo, y eso lo prueban las centrales de baja potencia, exportadas a Perú, Egipto, Australia, Argelia, Países Bajos, China, India (en este caso componentes y/o tecnología); no siendo tampoco un tema menor que como presidente del Organismo Internacional de Energía Atómica, fue elegido un científico argentino de dilatada trayectoria, Rafael M. Grossi. 
Actualmente, Argentina tenía dos proyectos relevantes, en avanzados grados de desarrollo, a saber: la central de baja potencia RA10, destinada a tareas de investigación en una de nuestras sedes nucleares; y la Central Modular CAREM, la de desarrollo más avanzado en el mundo en su tipo, la cual al terminarse podrá tener un vasto mercado mundial al cual podrá exportarse. 
Sin motivo valedero alguno, ambos importantes proyectos fueron paralizados, perjudicándose sus desarrollos y las potenciales importantes exportaciones potenciales. 
Solo se perpetraron esas negativas medidas, basándose en la destructiva “política de la motosierra”, con la cual libertarios y sus laderos políticos, se empeñan en destruir al Estado Argentino. Y es necesario enfatizar que, sin Estado, no hay Nación, y sin Nación no hay Patria. 
Esos afanes destructivos y empobrecedores del tejido social nacional, nos llevan a los empujones a la disolución nacional, y muchos parecen no darse cuenta, entre ellos los muy vocingleros y poco pensantes uniformados patrioteros de bandera, a los que solo parecen importarles el inculcado odio visceral a todo lo Nacional y Popular. MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ 
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos