LOS ELOGIOS DEL ENEMIGO
En Geopolítica y en relaciones
internacionales, cuando un enemigo alaba, es porque se está errando; y cuando
critica ácida o veladamente, significa que está molesto porque se están
haciendo bien las cosas, sobre todo en la dimensión macro, en lo estratégico,
en lo esencial.
Lo de “enemigo” es una figura
retórica; en todo caso puede leerse “adversario”, o “potencia con intereses
contrarios”, o similar.
En lo geopolítico, salvo en las
colonias (siempre adscriptas a designios del imperio del que dependen), no
existen aliados permanentes, pero si intereses permanentes. Y dentro de ese
concepto, están asociados los intereses contrapuestos permanentes, enmarcados
por determinadas estructuras doctrinales y político – económicas.
Por caso, la muy vieja relación entre
Europa e Íbero América, ha sido la de las potencias coloniales europeas,
subordinando de un modo u otro a las colonias íbero americanas y caribeñas.
Luego, desde nuestras independencias formales, se pasó a una total
subordinación económica, previa rápida sumisión por vía financiera; y a través
de todo eso, a las fuertes injerencias europeas en las políticas internas de
nuestros países.
Aclaro que tomo el concepto de “Íberoamérica”
del filósofo Alberto Buela, que fundamenta desde lo conceptual el error de
expresar “Latinoamérica”, a lo que añado que más bien es un afrancesamiento
cultural por el cual la Francia Napoleónica y Post Napoleónica pretende ser
parte importante en el rol de un continente que no pudo dominar, pese a sus
agresiones armadas y políticas. Y a su presencia colonialista en la Guyana
Francesa.
Volviendo al tema analizado, la
constante en las relaciones de nuestros países de Sudamérica y El Caribe con la
vieja Europa, ha sido de subordinación explícita y descarnada, o en algunos
casos sutil; envuelto todo ello en las “independencias” formales, condicionadas
por fuertes sumisiones económicas, con los beneplácitos de las minorías
oligárquicas locales como socios menores de esos poderes económico – políticos
imperiales.
En nuestro subcontinente, la brutal
colonización practicada en África y buena parte de Asia, tomó los medios
sutiles de las cadenas del “libre comercio” pregonadas por “ese conquistador
más temible que Napoleón, que fue Adam Smith”, según palabras del economista
Friedrich List.
Para mantenernos en nuestro sumiso
rol de dóciles proveedores de materias primas baratas y compradores crónicos de
bienes industriales y tecnológicos, se aplicó a ultranza la “teoría de la
especialización económica”, en toda su magnitud y perversidad.
Posiblemente en ninguna de las
repúblicas en las que particionaron el sueño de la Patria Grande bolivariana -
sanmartiniana, el derroche de oportunidades de desarrollo haya sido tan absurdamente
grande y prolongado como en Argentina. Y para ello las potencias dominantes han
recurrido a toda la parafernalia de las guerras psicológicas, de las cuales la
colonización cultural ha sido una herramienta clave.
El viejo y gastado mito de “la grandeza
del Centenario”, cuando se mostraba la opulencia de la oligarquía y se ocultaba
la miseria generalizada; se mostraban los esplendores del derroche en la Pampa
Húmeda y se escondían el atraso y la marginación de casi todo “el resto”
(siempre despreciado por esos señorones) del Territorio Nacional; se exhibían
los rindes agrícolo - ganaderos y se exaltaban las “ventajas” de no
industrializarnos; se mostraban las inversiones en ferrocarriles y otras, y se
escondía la total falta de una visión estratégica integradora; todo eso y más
aún, se basaba en las supuestas “grandes ventajas” del libre comercio, en un
desproteccionismo institucionalizado, que por supuesto no practicaban Gran
Bretaña ni otras potencias europeas, ni los ya pujantes EEUU.
Resulta muy claro que hoy la
ampliación del espectro de las guerras psicológicas, ha llevado al
relativamente nuevo concepto de guerras blandas, las cuales son una suerte de
guerras totales sin el uso de violencia física.
Las ONGs, las Fundaciones, los medios
de comunicación y las instituciones educativas son los arietes básicos, sumados
a las cadenas de mensajes electrónicos y otras versiones de la desinformación y
la malidicencia institucionalizadas.
Con relativa fuerza, pues hoy no
pueden mostrarse como “modelos a imitar”, por la innegable profunda crisis que
sacude a Europa (consecuencia de “tomar la misma medicina” neoliberal que nos
inocularon en los ’80 y ’90), es visible que quieren torcer nuestra voluntad y
las acciones conducentes al desarrollo socio económico.
Por ello, no sorprende que Europa (la
UE) presione por un TLC (Tratado de Libre Comercio), para llenarnos de sus
manufacturas que hoy sus empobrecidos pueblos no pueden comprar…y de paso
omiten el “libre comercio” para nuestras más eficientes producciones agrícola –
ganaderas.
Como cadenas de transmisiones de sus
“mensajes” (léase imposiciones, que antes aceptábamos sumisa y resignadamente,
con paradigmas y gobiernos dependientes), tienen a la pléyade de
“especialistas” (monocordemente neoliberales), comunicadores “exitosos” (léase
rentados por el establishment, como algún caso que se destapó con los papeles
de Repsol, incautados durante el exitoso proceso de toma de la sede local), y
diversos medios del periodismo “libre” (“libre” de todo principio ético y
valores nacionales); más los machacares de las ONGs pseudo ambientalistas,
pseudo derecho humanistas y pseudo indigenistas; diversas Fundaciones
–económicas, “culturales” y otras-), más algunos otros influyentes abulonados
en Universidades y otros lugares.
Recientemente, en uno de esos
“mensajes” la UE tuvo la osadía de criticar nuestro proteccionismo (de varios
países de la UNASUR), y el activo intervencionismo estatal, que son las causas
de los formidables desarrollos no solo cuantitativos del PBI, sino cualitativos
de diversos indicadores sociales, y de sectores que están transformando
nuestras economías, como el industrial y el tecnológico; además por supuesto de
las concretas acciones de integración de nuestras naciones.
En eso, ya lo dijo conceptualmente
Jauretche, “si la oligarquía se queja, vamos bien; si aplauden, nos estamos
equivocando…o vendiendo”.
Lo mismo puede decirse de los poderes
imperiales y del paralelo accionar del establishment corporativo financiero
transnacional. Y del geronte patriotero de bandera, usurpador del poder como
jefe de las tropas de ocupación en las que llegaron a transformar
–lamentablemente- a Nuestras Fuerzas Armadas; que no arrepentido de haber
destrozado social y económicamente a Argentina, clama por repetir otro acto de
ignominia vandálica y antinacional similar al consumado en el “proceso”.
También el vetusto imperio
colonialista usurpador, está molesto con el Papa Francisco I, …¡lo cual es muy
buen síntoma!
Sin perjuicio de errores y tareas
pendientes…¡nos critican…vamos bien!
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
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