REFERÉNDUMS,
PLEBISCITOS Y OTROS MAMARRACHOS
La frase más acertada para calificar
el absurdo referéndum de los kelpers, es considerarlo una autoafirmación de los
“ocupas”, de los ocupantes ilegales. Equiparable a una votación de usurpadores
de un edificio, que pretendan luego exhibir ese acto reñido de toda legalidad,
como base de sus pretensiones de usurpación permanente.
Por otra parte, tal como analicé en
mi reciente artículo “El Imperio está molesto”, este referéndum de los isleños
británicos, es una prueba palpable demostrativa que el accionar argentino en
diversos foros internacionales, con una persistencia y contundencia destacables,
está poniendo muy incómoda a la posición colonialista y agresora del vetusto
imperio anglosajón europeo.
Más aún molesta al agresivo y vetusto
imperio, que el nuevo Papa es argentino. ¡Eso está muy claro, según el siempre
agresivo y muy nervioso Cameron!
Es muy claro que el tema de los
archipiélagos australes (Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur), es una
prioridad para Argentina, pero también para el Mercosur, la UNASUR y la CELAC,
por la prolongación de la usurpación colonialista, y por la amenaza que implica
a la región y sus proyecciones marítimas y antárticas.
Pero desde otra óptica, queda en
descubierto que montar la parodia que es un referéndum monocorde, digitado
desde Londres y aceptado por sus súbditos, no oculta la usurpación territorial.
Eso también demuestra que esos actos predigitados –llámense referéndums o
plebiscitos- pueden ser usados como pantallas de decisiones preacordadas por
las cúpulas o sectores del poder.
Y en ese sentido, el absurdo
referéndum kelperiano, nos trae a la memoria el rebuscado plebiscito anti
represas, montado en Misiones en pleno noventismo (en 1996), aquella década tristemente
recordada por ser la de la exacerbación de las muy nefastas políticas
neoliberales; las mismas que provocaron miseria, entrega del patrimonio
nacional, vergonzosos actos de corrupciones institucionalizadas a escalas
mayúsculas, y que casi nos costó la unidad político – territorial de nuestro
país, claramente empujado a un proceso infame de balcanización.
En esos años, las deshilachadas
estructuras partidarias, conscientes de su creciente deterioro ante la opinión
pública, montaron en Misiones el circo politiquero de un plebiscito “en contra
de”, en el que no le ganaron a nadie, pues todo el arco político –muy cargado
de neoliberalismo activo o de pasivas complicidades con el establishment-, se
alineó “para ganar” luego de una maratón de retorcidas opiniones cargadas de
errores técnicos, inexactitudes, falsedades de todo calibre; y sobre todo, una
absoluta falta de previsión del futuro y de como cubrir la demanda eléctrica
sin profundizar la dependencia de los hidrocarburos (petróleo y gas), que ya marcaba
un sesgo preocupante en nuestra distorsionada matriz energética.
No pudo sorprender que la claque del
ecologismo fundamentalista, tan carente de patriotismo (reemplazado por un
difuso “amor a Gea” –La Tierra-), como lleno de dogmatismo fanático, haya
apoyado entusiastamente aquel absurdo acto de engaño masivo a la opinión
pública que fue el plebiscito.
Y tras bambalinas, también lo
apoyaron los múltiples intereses creados, vinculados con la generación
termoeléctrica (importadores de usinas convencionales, transportistas de
petróleo, asesores especializados, e incluso estructuras interesadas en evitar
“usinas que necesitan poco personal”, etc.).
Hoy aparecen otros actores que se
suman a la parafernalia anti represas, o viejos actores trasvestidos con nuevos
ropajes, como los promotores a ultranza de eólicas, que por sus limitaciones
técnicas, necesitan los respaldos de usinas térmicas funcionando en paralelo.
¡Entonces las supuestas “virtudes” ecológicas de las eólicas demuestran su
falsedad, y de sus altísimos costos y problemas ambientales, ninguno de sus
“promotores” ni se acuerdan ni mencionan!
A casi dos décadas del mamotreto
impresentable que fue el plebiscito anti represas de 1996, ninguno de los
gestores de entonces pudo probar que ventajas obtuvo nuestra provincia y
nuestra nación, con aquel pírrico “triunfo” no solo hueco de sustancia, sino
carente de propuesta alguna superadora. Como tampoco ninguno de los que hoy
–sin aprender nada de la historia y sin sustento técnico alguno- pretenden mostrar
como “un gran logro democrático” ese engendro de la partidocracia mediocre y
neoliberal que fue aquel amañado plebiscito, adhiriendo a planteos falsos y
descolgados de la realidad, solo sustentables en mentes afiebradas de
fundamentalistas de la ecología; y siguen opinando irresponsablemente en un
tema complejo que no admite improvisados ni advenedizos, como lo es el
energético; con fuertes connotaciones estratégicas, sociales, económicas y
geopolíticas.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
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