jueves, 3 de septiembre de 2015
EUROPA PRUEBA SU PROPIA MEDICINA
La Europa “comunitaria”, con los liderazgos de Gran Bretaña, Francia y Alemania; más Japón y la dupla EEUU-Canadá; formaron la triada del poder mundial (Norteamérica-UE-Japón), que en las últimas décadas del siglo XX marcó el rumbo de la geopolítica mundial e impuso políticas económicas con fuerte sesgo financiero-especulativo a casi todo el resto del mundo; todo ello bajo los dictados de políticas recesivas impuestas con mano dura por la dupla Banco Mundial - FMI.
Ese poder mundial tradicional, estaba nucleado en la Comisión Trilateral, y como organismo de consulta y decisión, formó el Grupo de los 7, o G 7.
Impulsaba (impulsa aun) e imponía al mundo el liberalismo extremo, llamado neoliberalismo salvaje, pero con claro doble discurso, no lo practicaba, al menos con la misma crudeza, en los países de ese exclusivo “club” de poder.
Como notable giro histórico, las potencias que obligaron al resto del mundo a subordinarse a perversas “recetas” recesivas neoliberales, dictadas por el poder financiero transnacional, padecen hoy los efectos nocivos de los mismos poderes financieros especulativos, que pasaron a ser preponderantes en sus economías, con lo cual la crisis especulativa financiera de las hipotecas basuras, originada en EEUU, se propagó rápidamente a Europa, produciendo profundos descalabros generales que están lejos de ser solucionados, e incluso acentúan problemas prexistentes y amenazan con fracturar el bloque de la UE, que hasta ese momento parecía marchar a la consolidación a paso firme y bajo supuestos teóricamente igualitarios entre sus muchos y disímiles miembros.
Bajo la tutela de la “Kaiser” Merkel y los apoyos de Francia y Gran Bretaña, la ”Troika” Europea (Comisión Europea, Banco Central Europeo y el FMI), “marca el paso” a Grecia y tiene en jaque a Portugal, Irlanda, España y otras naciones con economías del bloque en apuros. Pero los problemas se generalizan, y agudizan tensiones sociales, ante la propagación del “virus” neoliberal. ¡Están probando su propia medicina!
Pero al estilo de Las Siete Plagas Bíblicas, las agresivas y en muchos casos crudamente racistas políticas de la Vieja Europa, aplicadas casi a discreción sobre otros pueblos carentes de poder político-económico-militar con suficiente capacidad de disuasión, les están causando problemas de magnitudes considerables y de muy dificultosas soluciones integrales.
Por largos siglos, y sobre todo en los años dieciochescos y decimonónicos, las potencias europeas ocuparon, fraccionaron pueblos y territorios, y en particular saquearon riquezas y esclavizaron poblaciones de África, de las extensiones Sud Saharianas; pero también subordinaron a los pueblos Nord Saharianos. La miseria institucionalizada en el sufrido continente, fragmentado y empobrecido por siglos de colonialismo, provoca en las últimas décadas un continuo éxodo de población que se radica en Europa Occidental, la cual no siempre se integra bien y puede llegar a fracturar cultural y socialmente a los hoy poblacionalmente avejentados países del viejo continente.
Por supuesto, las acciones de colonialismo y neocolonialismo perpetradas a lo largo de la historia, y sobre todo desde el siglo XX en adelante, no se agotan en el enunciado precedente.
Pero en los últimos años, las agresiones militares directas de claro corte colonialista, que parecían un mal recuerdo del siglo XIX, volvieron como el modus operandi de la OTAN, que es el brazo armado de la Unión Europea, pero en los hechos subordinado al “socio mayor” que es EEUU.
Las agresiones directas de potencias de la OTAN en Yugoeslavia, Iraq, Libia, Afganistán, actualmente en Siria, desarticularon y en los hechos fragmentaron esos países, que antes de las “intervenciones humanitarias a los bombazos”, en varios casos habían logrado razonables niveles de desarrollo y buenas condiciones de vida, medidas en el entorno del subdesarrollo de los excluidos del G 7.
En ese contexto, la clara instigación a la disolución de Yugoeslavia (¿como “castigo” por sus políticas autónomas no subordinadas?), que incluyeron bombardeos por parte de unidades de las fuerzas aéreas de la UE, avivaron primero viejos odios raciales y religiosos, para después consumar por la fuerza la disolución de la Patria de Tito en siete Estados fragmentados e irrelevantes, hoy separados por odios y divisiones muy difíciles de superar. La zona de Los Balcanes, históricamente inestable y conmocionada, perdió la estabilidad e incluso la cierta relevancia político-económica, lograda después de la Segunda Guerra Mundial.
Hoy Los Balcanes y países aledaños de la Europa Oriental, son la porosa frontera por la cual ingresan, camino a Europa Occidental, buena parte de las corrientes migratorias procedentes de África del Norte y del Medio Oriente, que se suman a los albanos, búlgaros, rumanos y otros, que emigraron antes al occidente en busca de mejores oportunidades.
Las crecientes corrientes migratorias compuestas por poblaciones desesperadas, en muchos casos pagan con la muerte en El Mediterráneo sus desesperados intentos de encontrar un lugar donde vivir, al haber sido expulsados por la guerra y la miseria que la OTAN y los “señores de la guerra” locales, instituyeron en sus países.
Provenientes básicamente de las naciones brutalmente agredidas por la OTAN, esos emigrantes forzosos significan un drama social y humano vergonzoso, de dimensiones horrorosas, que conforman una lacra que es clara consecuencia de las previas agresiones políticas, económicas y militares que los miembros de la OTAN realizaron inmisericordemente, por motivos tan oscuros como el petróleo que hoy manejan a discreción en algunas de esas desarticuladas naciones agredidas; y por otros intereses vinculados con la disputa por el poder mundial.
El drama humanitario de los desplazados, le está creando a la vez un problema político y social muy difícil de solucionar, a la UE y en particular a sus socios más ricos, al evidenciar la insensibilidad de sus gobiernos ante el drama de toda esa pobre gente. Y les plantea dos opciones negativas:
o cierran sus fronteras y con ello evidencian la total carencia de valores humanos de las élites del poder europeo;
o les permiten radicarse donde esos emigrantes quieren (básicamente Alemania y Francia), con lo cual seguramente les generarán costos económicos considerables, y peor aun, potenciales severos problemas de integración cultural y social, que agregarán conflictividad a la ya compleja realidad socio económica europea actual.
Europa está cosechando los amargos frutos de la soberbia neocolonial.
Tanta muerte y sufrimiento de esos pobres seres humanos, son una vergüenza para la humanidad, pero sobre todo para los poderosos que ordenaron
perpetrar las agresiones que generaron el caos en los países de los cuales provienen los desplazados forzosos.
MGTER. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
ANALISTA DE TEMAS ECONÓMICOS Y GEOPOLÍTICOS
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