jueves, 13 de noviembre de 2014
JAPÓN NO COMPRA VIENTO
Los problemas suscitados en Fukushima, por el maremoto que impactó en
una de las seis centrales nucleares instaladas en ese lugar, provocaron el cierre
preventivo de buena parte del parque de generación nipón, fuertemente
sustentado en centrales nucleares.
Como ya es un clásico, sectores vinculados con las “renovables” compitieron
en cantar desmesuradas alabanzas a las “grandes ventajas” que tendría Japón, si –
teóricamente- reemplazase las nucleares por eólicas.
De semejante desatino, rápidamente se hicieron eco las pléyades de ONGs
transnacionales del ecologismo fundamentalista y sus múltiples apéndices en
diversos países. Pero tan rápido como se instaló el tema, desapareció
súbitamente, pues Japón “no compró viento”, y actuando dentro de la lógica
técnica, no cometió la tontería de pretender reemplazar usinas de base (por caso
las nucleares), por usinas meramente complementarias, como son las eólicas.
El tema no es menor, pues pone al desnudo la falsedad y malicia de las
agresivas campañas de las ONGs transnacionales (mayoritariamente británicas),
que en Argentina fogonearon el mendaz conjunto de panfletarios escritos,
pomposamente llamados “Escenarios Energéticos Argentina 2030”, con el cual
pretenden forzar las instalaciones eólicas y solares, mucho más allá de sus roles
complementarios.
Por cierto que el daño a la economía nacional argentina que con eso
pretenden consumar, es triplemente perjudicial.
Por una parte, quieren obligarnos a derrochar ingentes recursos en muy
costosas subvenciones a las “renovables”, pues las eólicas y solares solo pueden
formar parte de la matriz eléctrica, si buena parte de sus muy altos costos finales
por KWh son solventados con fondos públicos, detrayéndose los mismos de otros
usos sociales prioritarios.
Adicionalmente, si por vía del engaño masivo, las presiones y las confusiones
institucionalizadas, lograran el descabellado objetivo de forzar inversiones eólicas
y solares como endebles bases del sistema eléctrico, se estaría gestando un caos
en tan importante servicio público, que obligaría a frenar el desarrollo por falta de
Potencia Instalada de base, y de fiable provisión de energía de calidad. Al respecto,
cabe enfatizar que esas “renovables” tienen insalvables problemas de variaciones de voltaje, que deben estabilizarse con usinas convencionales, lo cual solo es posible si las “renovables” no superan ciertos topes técnicos, que en un sistema de transmisión tan extenso como el argentino, difícilmente puedan superar el 20 % del total de la oferta de energía eléctrica.
Por último, el negocio –a secas- de las instalaciones de “renovables” está atado a las instalaciones de más usinas termoeléctricas, principalmente abastecidas con gas natural, que muchas veces deben ser instaladas de urgencia, para operar como “reservas calientes” (encendidas) para estabilizar la energía eólica, y tapar los “huecos” repentinos que los impredecibles vientos suelen provocar (tanto por defecto como por exceso, pues “los ventiladores” se desconectan automáticamente con poco o mucho viento). En el panfletario escrito (Escenarios Energéticos Argentina 2030), muy sutilmente terminan admitiendo que se necesitará consumir más gas…¡y se oponen además a que Argentina extraiga gas del mayor yacimiento conocido, el de Vaca Muerta!
Claramente, el ecologismo cavernario, pretende sumir a La Argentina en el estancamiento económico y el subdesarrollo crónico; siempre bajo falaces argumentos conservacionistas al extremo.
Por ello, es muy interesante observar que así como Alemania se dejó influir por “los verdes ultras” (que formaban parte de la coalición de gobierno de la Merkel), y por ello debió apelar de urgencia a masivas importaciones de gas ruso, carbón polaco y norteamericano, y electricidad de sus socios comunitarios; en cambio Japón no cedió a las presiones de los “fundambientalistas”, y para reemplazar temporariamente a las nucleares paradas preventivamente, optó por la mejor alternativa entre el escaso abanico de generadoras de base, e instaló de urgencia numerosos equipos termoeléctricos abastecidos a gas natural.
Debe recordarse que las únicas tres tecnologías aptas para funcionar como usinas de base son: hidroeléctricas, nucleares y termoeléctricas.
Japón ya construyó prácticamente todas las hidroeléctricas posibles, por lo que no puede ampliar su parque hidro de generación. Las nucleares están en un impasse, que es entendible pues al producirse los problemas de Fukushima (causados por el maremoto) decidieron pararlas preventivamente, lo cual es
consecuencia de la previsible paranoia antinuclear, en el único país que hasta hoy soportó el genocidio de dos ataques nucleares, perpetrados en 1945.
Recuérdese que Japón, por su carácter insular, no tiene la alternativa de la interconexión eléctrica con otros países, por lo que no puede importar electricidad.
Entonces, solo le quedaba la opción de ampliar su parque termoeléctrico. Y de los tres tipos básicos de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas), el gas es generalmente el más conveniente, no solo por precio, sino por ser –de los tres- el menos contaminante.
¡Claro está, que como el tamaño de la economía japonesa es gigantesco, y la potencia nuclear temporariamente paralizada es muy importante dentro de la matriz eléctrica nipona, el volumen de las importaciones de gas se disparó, al punto tal de provocar saldos negativos en la balanza comercial!
Dentro de las pocas opciones disponibles, Japón hizo lo correcto. Y seguramente en poco tiempo, una vez inspeccionadas todas las usinas nucleares, se volverán a poner en funcionamiento.
La eficiencia japonesa no se subordinó al “discurso verde”, y “no compró” las falsas “soluciones” eólicas, como bases de su sistema eléctrico.
Con la malicia habitual, el ecoterrorismo ocultó prolijamente este tema, que se opone a su discurso de pretendida forzosa instalación a ultranza, de eólicas y solares, incluso más allá de sus conocidas (pero cuidadosamente soslayadas) insalvables limitaciones técnicas para funcionar como usinas de base.
Estas claras lecciones de la realidad, deben ser conocidas en Misiones y el NEA, donde el ecoterrorismo pretende falaz y arteramente, promocionar como “grandes soluciones” a las eólicas y solares, ocultando sus limitaciones técnicas.
¿Eólicas en Misiones, donde no hay vientos permanentes…? ¿Solares, con sus bajísimos rendimientos, y en una región donde muchos días son lluviosos o nublados…?
En verdad, con esas falsedades, el ecoterrorismo promueve que sigamos quemando irracionalmente, cantidades exorbitantes de petróleo y gas…¡que hoy no tenemos! Eólicas si, pero en su justa medida y armoniosamente, como
generación complementaria, solo en las regiones de Argentina que tienen vientos permanentes y suficientes.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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