TLC MERCOSUR UE - ¿UN NUEVO ESTATUTO
LEGAL DE LA DEPENDENCIA?
Si
bien el tema tiene poca repercusión mediática, siguen sin pausa las gestiones
(¿presiones?) de la Unión Europea, para que el Mercosur rubrique el Tratado de
Libre Comercio, el cual estaría muy cerca de ser aceptado.
Lo
notable es el poco o nulo espacio que a tan importante tema le han dedicado
diversos analistas, ubicados en diferentes espacios del espectro
político-económico argentino y de Sudamérica. Y tampoco existe difusión precisa
acerca del alcance real de dicho TLC, que según se indicó recientemente, está
muy cerca del acuerdo total. Pero conociendo que significa e involucra el
recurrente concepto de “libre comercio”, no es posible confiar que nos sea
favorable y menos aún conveniente.
El
tema resulta extremadamente preocupante, por las muchas connotaciones
mayoritariamente negativas que ese desenlace con seguridad tendrá, operando
como insalvable freno a nuestro desarrollo socio económico y tecnológico,
habida cuenta de las experiencias históricas en la materia, y conociendo la
enorme disparidad entre las economías “comunitarias” y las del Mercosur, o
eventualmente de la UNASUR.
Existe
el antecedente muy cercano, del fundamentado rechazo que Sudamérica le propinó
a EEUU a su proyecto del ALCA, en la Cumbre Presidencial de Mar del Plata, en
2005. En esa oportunidad, los artífices principales que impidieron que Bush
(hijo), en su rol de presidente de la potencia del norte consumara su muy
promocionado y fuertemente presionado proyecto, fueron los presidentes de
Venezuela, Argentina y Brasil; Chávez, Kirchner y Lula.
Muchos
sudamericanos, con claro sentido de la importancia de defender nuestros
intereses nacionales y regionales, nos alegramos sinceramente cuando se hizo
fracasar el ALCA, que en rigor pretendía ser el instrumento de neocolonización
económica que nos atara y subordinara, posiblemente en forma irreversible, a la
poderosa pero conflictuada economía norteamericana.
Claramente,
con ese tratado, EEUU buscaba no solo asegurar como mercado propio a toda Íbero
América y El Caribe, sino también utilizarnos como válvula de escape, para
descomprimir –en parte, pero significativamente- la muy seria crisis
estructural adolecida por la primera potencia mundial. Es la vieja táctica de
“exportar las crisis”, tan repetidamente utilizada por Europa Occidental y
EEUU, ahora envuelta en el colorido ropaje del “libre comercio”.
Entonces,
si el ALCA o TLC con EEUU fue desestimado por su negatividad para nuestros
intereses regionales, ¿por qué ahora está intentando crearse consenso
favorable, o al menos clara apatía, respecto al TLC en marcha con la UE?
Hace
al tema recordar que en 1935, en el marco de un régimen de gobierno oligárquico
y fraudulento, se firmo el Pacto Roca – Runciman, con cláusulas tan lesivas a
nuestros intereses y a nuestra soberanía, que fue calificado por Arturo
Jauretche como “el estatuto legal del coloniaje”. Cabe señalar la “perlita” que
definió a ese tratado de subordinación explícita a los intereses del imperio
británico -ya en decadencia-, pues a los postres del banquete realizado en
Londres para celebrar el acuerdo, el entonces vicepresidente argentino y
responsable principal de nuestro país en las negociaciones, en su discurso
exclamó exultante que se sentía complacido porque en los hechos, Argentina
formaba parte del Imperio Británico…¡a confesión de parte, relevo de pruebas!
Reconocimiento explícito del rol de cipayo asumido, del discursante y de todo
el gobierno argentino de esos aciagos años.
Ese
Pacto, era otra versión de TLC, acomodada a la época y la conjunción de intereses imperiales y de los oligarcas nativos,
estos últimos siempre tan “liberales” y conspicuamente antinacionales.
Si
bien los liberales, ciertos sectores “progresistas” declamatorios –siempre funcionales
a los intereses antinacionales- y todo el aparataje cultural/mediático/catedrático
al servicio del establishment, tratan de ocultar o disfrazar por todos los
medios, resulta indiscutible que la perversa doctrina del “libre comercio” fue
la poderosa herramienta de colonización político-económica, que nos mantuvo
sojuzgados al Imperio Británico, prácticamente desde nuestras independencias,
al menos hasta la mitad del siglo pasado, o incluso más cerca aún en el tiempo.
Después, la dependencia más fuerte fue mutando hacia la subordinación argentina
e Íbero Americana, bajo la tutela de la potencia excluyente del continente y
del mundo. EEUU pasó a ser la referencia imperial dominante, pero la influencia
colonialista británica siguió siendo fuerte en Argentina.
El
liberalismo económico fue el instrumento de colonización económica, que
complementado con las herramientas de colonización cultural, nos mantuvo como
colonias económicas del hoy viejo y decaído –pero aún muy peligroso- imperio
británico, y luego de su sucesora anglosajona del continente americano. Ideas -
fuerza falaces y notablemente perversas,
como “las ventajas del libre comercio”, “las conveniencias de la
especialización económica”, “las (supuestamente) insuperables limitaciones de
los costos comparativos por limitaciones de escalas productivas”; sumadas a las
perversidades de inculcar las supuestas y nunca demostradas “inferioridades
crónicas” de nuestras capacidades, siempre comparadas desde el menosprecio a lo
propio y a nuestra gente, por los agentes de la colonización cultural; fueron
poderosos factores que impidieron o dificultaron en grado sumo salir del
limitado y subordinado rol de simples productores de materias primas, que era
tan funcional a los intereses imperiales, y tan gustosamente aceptado por
sectores internos cómplices con esos dictados. Esos copartícipes necesarios de
nuestra dependencia han sido la oligarquía agro-ganadera de la Pampa Húmeda y
sus ramificaciones en otras provincias; los portuarios importadores y asociados
a la maquinaria financiera transnacional, los sectores “izquierdistas” del
mitro – marxismo, y otros.
Aclaremos
que por “mitro-marxistas”, el genial Jauretche definió a los colonizados
mentales por las “recetas” supuestamente válidas del marxismo europeo
decimonónico, que toman como válida –para sus devaneos teóricos- la historia
argentina tergiversada y edulcorada del academicismo histórico de Mitre y sus
continuadores.
Bajo
esos esquemas de colonización cultural y dependencia económica, se tardó
larguísimas décadas en extender la instrucción secundaria pública (solo la
primaria estaba difundida), y recién a mediados del siglo XX las Universidades
Argentinas estuvieron de hecho accesibles a los sectores medios y populares,
pues antes eran un reducto elitista; y todo eso no es casual, pues es bien
sabido que la gente que piensa puede ser “peligrosa”, pues termina razonando y
comprendiendo diversos mecanismos de la realidad, entre ellos los referentes a
las múltiples y sutiles redes que mantuvieron estructuras socio - económicas
crónicamente dependientes.
Por
otra parte, nadie medianamente bien informado, puede desconocer las
aplicaciones prácticas del “libre comercio” ejercidas por EEUU y Europa,
siempre tan “liberales” para exportar y tan proteccionistas para importar,
cuantas veces les resultó necesario. ¿O acaso se puede desconocer que la UE se
niega a importar alimentos producidos en forma mucho más eficiente y económica
por nuestros países, para mantener sus estructuras agrarias nada competitivas?
¿O puede olvidarse que cada vez que quisieron cortar las exportaciones de
carnes argentina, tanto EEUU como Europa pretextaron aftosa u otras zoonosis, recurrentemente
falsas o no bien documentadas? ¿O puede ignorarse que las acusaciones de
dumping a las exportaciones de biocombustibles de Argentina a España y otros países
de la UE, fueron en verdad claras represalias, por la decisión soberana
argentina de recuperar la petrolera estatal, rifada por monedas en los aciagos
años de exacerbación del neoliberalismo en Argentina, en la nefasta década del ’90?
¿Puede
ser acaso conveniente un TLC de un bloque en desarrollo, como los conformados
en Sudamérica, con el bloque que pese a los problemas sigue siendo el de mayor
PBI del mundo, como es la Unión Europea?
¡Hay
sobrados y más que bien fundamentados motivos, para dudar acerca de las “bondades”
del TLC, que calladamente y tras bambalinas, parece querer imponerse al
Mercosur, y con él a la Unasur!
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
ANALISTA DE TEMAS ECONÓMICOS Y GEOPOLÍTICOS
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