miércoles, 2 de abril de 2014

TLC MERCOSUR UE - ¿UN NUEVO ESTATUTO LEGAL DE LA DEPENDENCIA?
Si bien el tema tiene poca repercusión mediática, siguen sin pausa las gestiones (¿presiones?) de la Unión Europea, para que el Mercosur rubrique el Tratado de Libre Comercio, el cual estaría muy cerca de ser aceptado.
Lo notable es el poco o nulo espacio que a tan importante tema le han dedicado diversos analistas, ubicados en diferentes espacios del espectro político-económico argentino y de Sudamérica. Y tampoco existe difusión precisa acerca del alcance real de dicho TLC, que según se indicó recientemente, está muy cerca del acuerdo total. Pero conociendo que significa e involucra el recurrente concepto de “libre comercio”, no es posible confiar que nos sea favorable y menos aún conveniente.
El tema resulta extremadamente preocupante, por las muchas connotaciones mayoritariamente negativas que ese desenlace con seguridad tendrá, operando como insalvable freno a nuestro desarrollo socio económico y tecnológico, habida cuenta de las experiencias históricas en la materia, y conociendo la enorme disparidad entre las economías “comunitarias” y las del Mercosur, o eventualmente de la UNASUR.
Existe el antecedente muy cercano, del fundamentado rechazo que Sudamérica le propinó a EEUU a su proyecto del ALCA, en la Cumbre Presidencial de Mar del Plata, en 2005. En esa oportunidad, los artífices principales que impidieron que Bush (hijo), en su rol de presidente de la potencia del norte consumara su muy promocionado y fuertemente presionado proyecto, fueron los presidentes de Venezuela, Argentina y Brasil; Chávez, Kirchner y Lula.
Muchos sudamericanos, con claro sentido de la importancia de defender nuestros intereses nacionales y regionales, nos alegramos sinceramente cuando se hizo fracasar el ALCA, que en rigor pretendía ser el instrumento de neocolonización económica que nos atara y subordinara, posiblemente en forma irreversible, a la poderosa pero conflictuada economía norteamericana.
Claramente, con ese tratado, EEUU buscaba no solo asegurar como mercado propio a toda Íbero América y El Caribe, sino también utilizarnos como válvula de escape, para descomprimir –en parte, pero significativamente- la muy seria crisis estructural adolecida por la primera potencia mundial. Es la vieja táctica de “exportar las crisis”, tan repetidamente utilizada por Europa Occidental y EEUU, ahora envuelta en el colorido ropaje del “libre comercio”.
Entonces, si el ALCA o TLC con EEUU fue desestimado por su negatividad para nuestros intereses regionales, ¿por qué ahora está intentando crearse consenso favorable, o al menos clara apatía, respecto al TLC en marcha con la UE?
Hace al tema recordar que en 1935, en el marco de un régimen de gobierno oligárquico y fraudulento, se firmo el Pacto Roca – Runciman, con cláusulas tan lesivas a nuestros intereses y a nuestra soberanía, que fue calificado por Arturo Jauretche como “el estatuto legal del coloniaje”. Cabe señalar la “perlita” que definió a ese tratado de subordinación explícita a los intereses del imperio británico -ya en decadencia-, pues a los postres del banquete realizado en Londres para celebrar el acuerdo, el entonces vicepresidente argentino y responsable principal de nuestro país en las negociaciones, en su discurso exclamó exultante que se sentía complacido porque en los hechos, Argentina formaba parte del Imperio Británico…¡a confesión de parte, relevo de pruebas! Reconocimiento explícito del rol de cipayo asumido, del discursante y de todo el gobierno argentino de esos aciagos años.
Ese Pacto, era otra versión de TLC, acomodada a la época y la conjunción de  intereses imperiales y de los oligarcas nativos, estos últimos siempre tan “liberales” y conspicuamente antinacionales.
Si bien los liberales, ciertos sectores “progresistas” declamatorios –siempre funcionales a los intereses antinacionales- y todo el aparataje cultural/mediático/catedrático al servicio del establishment, tratan de ocultar o disfrazar por todos los medios, resulta indiscutible que la perversa doctrina del “libre comercio” fue la poderosa herramienta de colonización político-económica, que nos mantuvo sojuzgados al Imperio Británico, prácticamente desde nuestras independencias, al menos hasta la mitad del siglo pasado, o incluso más cerca aún en el tiempo. Después, la dependencia más fuerte fue mutando hacia la subordinación argentina e Íbero Americana, bajo la tutela de la potencia excluyente del continente y del mundo. EEUU pasó a ser la referencia imperial dominante, pero la influencia colonialista británica siguió siendo fuerte en Argentina.
El liberalismo económico fue el instrumento de colonización económica, que complementado con las herramientas de colonización cultural, nos mantuvo como colonias económicas del hoy viejo y decaído –pero aún muy peligroso- imperio británico, y luego de su sucesora anglosajona del continente americano. Ideas -  fuerza falaces y notablemente perversas, como “las ventajas del libre comercio”, “las conveniencias de la especialización económica”, “las (supuestamente) insuperables limitaciones de los costos comparativos por limitaciones de escalas productivas”; sumadas a las perversidades de inculcar las supuestas y nunca demostradas “inferioridades crónicas” de nuestras capacidades, siempre comparadas desde el menosprecio a lo propio y a nuestra gente, por los agentes de la colonización cultural; fueron poderosos factores que impidieron o dificultaron en grado sumo salir del limitado y subordinado rol de simples productores de materias primas, que era tan funcional a los intereses imperiales, y tan gustosamente aceptado por sectores internos cómplices con esos dictados. Esos copartícipes necesarios de nuestra dependencia han sido la oligarquía agro-ganadera de la Pampa Húmeda y sus ramificaciones en otras provincias; los portuarios importadores y asociados a la maquinaria financiera transnacional, los sectores “izquierdistas” del mitro – marxismo, y otros.
Aclaremos que por “mitro-marxistas”, el genial Jauretche definió a los colonizados mentales por las “recetas” supuestamente válidas del marxismo europeo decimonónico, que toman como válida –para sus devaneos teóricos- la historia argentina tergiversada y edulcorada del academicismo histórico de Mitre y sus continuadores.
Bajo esos esquemas de colonización cultural y dependencia económica, se tardó larguísimas décadas en extender la instrucción secundaria pública (solo la primaria estaba difundida), y recién a mediados del siglo XX las Universidades Argentinas estuvieron de hecho accesibles a los sectores medios y populares, pues antes eran un reducto elitista; y todo eso no es casual, pues es bien sabido que la gente que piensa puede ser “peligrosa”, pues termina razonando y comprendiendo diversos mecanismos de la realidad, entre ellos los referentes a las múltiples y sutiles redes que mantuvieron estructuras socio - económicas crónicamente dependientes.
Por otra parte, nadie medianamente bien informado, puede desconocer las aplicaciones prácticas del “libre comercio” ejercidas por EEUU y Europa, siempre tan “liberales” para exportar y tan proteccionistas para importar, cuantas veces les resultó necesario. ¿O acaso se puede desconocer que la UE se niega a importar alimentos producidos en forma mucho más eficiente y económica por nuestros países, para mantener sus estructuras agrarias nada competitivas? ¿O puede olvidarse que cada vez que quisieron cortar las exportaciones de carnes argentina, tanto EEUU como Europa pretextaron aftosa u otras zoonosis, recurrentemente falsas o no bien documentadas? ¿O puede ignorarse que las acusaciones de dumping a las exportaciones de biocombustibles de Argentina a España y otros países de la UE, fueron en verdad claras represalias, por la decisión soberana argentina de recuperar la petrolera estatal, rifada por monedas en los aciagos años de exacerbación del neoliberalismo en Argentina, en la nefasta década del ’90?
¿Puede ser acaso conveniente un TLC de un bloque en desarrollo, como los conformados en Sudamérica, con el bloque que pese a los problemas sigue siendo el de mayor PBI del mundo, como es la Unión Europea?
¡Hay sobrados y más que bien fundamentados motivos, para dudar acerca de las “bondades” del TLC, que calladamente y tras bambalinas, parece querer imponerse al Mercosur, y con él a la Unasur!

C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ

ANALISTA DE TEMAS ECONÓMICOS Y GEOPOLÍTICOS

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