ATUCHA II Y LAS PERVERSIDADES DE
GREENPEACE
Una
muy buena noticia es que en poco tiempo más, la Central Nuclear Atucha II
terminará el período de prueba de todo el equipamiento –rutina de rigor en toda
nueva central nuclear- para pasar a aportar a plena potencia toda la energía
que es capaz de producir.
No
son datos menores la Potencia Instalada de 745 MW (692 MW netos); la alta
disponibilidad de potencia efectiva en este tipo de centrales –diseñadas para
producir a plena carga en forma continuada, solo interrumpida muy
esporádicamente para los mantenimientos de rutina-; sus muy bajos costos
operativos, muy inferiores a los de la usinas termoeléctricas a las que
reemplazan; los elevados índices de seguridad operativa y confiabilidad
técnica; así como el muy bajo impacto ambiental. Y por supuesto, la enorme
importancia que significa que Argentina siga estando en un nivel de privilegio
entre las potencias nucleares del mundo que utilizan esta tecnología para usos
pacíficos.
Debe
recordarse que la tecnología nuclear
tiene aplicaciones relevantes, no solo para producir energía eléctrica segura,
confiable y económica; también es imprescindible para la medicina nuclear; para
ingeniería en ensayos no destructivos de materiales; para control de plagas de
la agricultura; para conservación de alimentos; y para el desarrollo científico
en general.
Esta
y otras inversiones en el Sector Nuclear, nos siguen posicionando como el país
más avanzado del rubro en toda Íbero América, y es una actividad que tracciona
fuertemente al país hacia el desarrollo socio económico, por la enorme
importancia del sector en sí mismo, y por los desarrollos conexos que ha
generado (por caso, las notorias diversificaciones tecnológicas y productivas
del INVAP, importante empresa nacida al calor y amparo científico de la CNEA
(Comisión Nacional de Energía Atómica), que por cierto no es el único caso de
estas sumatorias de círculos virtuosos generados a partir del desarrollo
tecnológico nuclear.
Para
desmemoriados y desinformados, es necesario enfatizar que toda la muy
importante actividad nuclear fue puesta compulsivamente en el congelamiento
total, frenándose proyectos e inversiones, concretamente desde el accionar de
la dupla Alfonsín – Lapeña (este último autoerigido riguroso censor y crítico
acérrimo de la política energética actual, pretendiendo olvidar sus acciones
pro privatísticas a ultranza, sus propias inacciones, errores y crisis
eléctricas provocadas, su carencia de grandes obras energéticas, y su
funcionalidad para con el muy negativo neoliberalismo que llevó a desastrosas
consecuencias socio económicas, y por supuesto energéticas).
El
freno total al desarrollo nuclear –y con ello la paralización de la
construcción de la Central Nuclear Atucha II- fue impuesto desde el alfonsinato
(que careció de dotes de estadista ante las enormes potencialidades de haberse
completado los conocimientos del ciclo total de combustibles nucleares, y
presumiblemente se subordinó a las consabidas presiones del establishment); y
todo ello se agravó con pretendidas políticas de “privatización” (léase
desguaces) del Sector Nuclear, que el neoliberalismo pretendió ejecutar en el menemato
y el delarruato; con los apoyos de las transnacionales de la ecología. Incluso
se instrumentó una muy nociva política de congelamiento de las vacantes en la
CNEA, lo cual impidió el recambio generacional, lo que llevaba implícita la
extinción de los saberes por el envejecimiento y muerte del destacadísimo
plantel de científicos y profesionales del Sector Nuclear. ¡Perversamente planificado,
como parte esencial de la política de involución hacia el estadio de país
estancia, que los sectores ultra conservadores en alianza con factores de poder
transnacional, pretendieron implementar forzosamente en Argentina!
Es
que sin duda, a las potencias del G 7 les es mucho más funcional una Argentina
pobre, inerte y carente de todo desarrollo, transformada en una simple
marioneta, e incapaz de ser un activo factor de unión y fortaleza de los países
de Íbero América. Y en particular, a Gran Bretaña le interesa una Argentina
débil y sumisa, incapaz de ejercer presiones y acciones de soberanía nacional,
tanto en los irredentos archipiélagos australes, como en la disputada Antártida
Argentina, y también para defender Nuestra Patagonia. Y por supuesto, esa
Argentina débil, era funcional al proyecto de “libre comercio” que EEUU buscaba
y busca para mantenernos subordinados como patio trasero de su geopolítica
global.
El Sector Nuclear Argentino, con una
estratégica concepción geopolítica, se reactivó fuertemente desde 2006...pese a las presiones de los ultra
ecologistas y de los lobistas de la generación termoeléctrica (entre ellos
periodistas “especializados” o “bonellizados” (los que perciben cheques
especiales de petroleras extranjeras y otras corporaciones), y los
“especialistas energéticos” al servicio del neoliberalismo antinacional.
Mucha
gente de buena voluntad ignora que Greenpeace
y World Wildlife Foundation (que en Argentina es Fundación Vida Silvestre), han
sido creaciones directas de la corona británica para actuar como arietes de los
intereses del viejo imperio, cooptando voluntades de crédulos,
desinformados y mercenarios, para promover el subdesarrollo crónico de los
excluidos del G 7, e incluso para accionar
contra los enemigos de Gran Bretaña y sus aliados. Todo eso edulcoradamente
enmascarado bajo supuestas acciones “en defensa del medio ambiente”. Por eso
atacaron a Rusia, para intentar impedirle extraer petróleo del Ártico; pero guardan silencios cómplices ante las
depredaciones británicas en el Atlántico Sur, y ante las concretas amenazas
nucleares que con impudicia exhiben contra Argentina y la UNASUR (¿eso no
amenaza “el medio ambiente”?), ni se preocupan por los armamentos nucleares
existentes en los navíos británicos hundidos por la Fuerza Aérea Argentina.
En
ese contexto geopolítico, y conociendo el constante accionar de Greenpeace y
otras transnacionales del ecologismo cavernario, se entienden las motivaciones
reales de los constantes muy agresivos ataques, con maniobras de terrorismo
mediático, que Greenpeace ejecuta contra el Sector Nuclear Argentino, aún a
costa de invadir espacios de dominio privado del Estado Argentino, como las
dependencias del Congreso Nacional, cuando montaron una parodia con activistas
subidos a inodoros puestos en las escalinatas; o cuando en un acto de vandálico
patoterismo ingresaron al predio de Atucha para colgar una pancarta con sus
habituales mentirosas consignas antinucleares. Claro está que la legislación
argentina no tiene la patriótica severidad de las normativas rusas, que no
toleran ese tipo de agresiones contra los intereses del propio Estado Nacional;
y el deplorable nivel general del periodismo argentino o no sabe nada del tema
–e igual opina-, o la juega de condescendiente o adherente declarado del
terrorismo ecolátrico. ¡Poderosas y bien financiadas son las campañas
mediáticas de las transnacionales del vandalismo ecologista fundamentalista!
El
discurso prearmado de los sectores ultra ecologistas, miente afirmando que con
energía eólica y solar “se puede reemplazar otras centrales”. ¡Falso pues son
inútiles para operar como bases de ningún sistema eléctrico, además de lo cual
sus energías son caras y nada seguras!
En
realidad, al oponerse a las centrales nucleares (y a las hidroeléctricas)
Greenpeace y otros entes cavernarios similares están promoviendo acentuar
nuestra nociva dependencia del petróleo y del gas, además de poner palos en la
rueda para mantenernos atados al subdesarrollo crónico. Al oponerse a Atucha II, los fundamentalistas de la ecología
promovieron de hecho que se sigan quemando más de 1.300 millones de litros de
diesel oil (o combustibles equivalentes) por año, pues esa friolera de
hidrocarburos es –aproximadamente- la que economiza esta central nuclear por
cada año de su vida útil.
Las
mismas finalidades ocultas existen tras sus falaces “defensas del medio
ambiente” con las que atacan la extracción de hidrocarburos no convencionales,
y con la feroz y mentirosa campaña en
contra de la Central Carbonífera de Río Turbio. ¡Claro que en este último caso,
la finalidad principal es evitar el desarrollo
patagónico, el cual es contrario a los agresivos intereses británicos
que operan en todo el Sur Argentino!
Pero
por cierto los activistas y empleados a sueldo de Greenpeace no se atrevieron a
hacer manifestaciones en al propia ciudad de Río Turbio, donde no gozan de
muchas simpatías, precisamente…
C.P.N.
CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Investigador
de temas económicos y geopolíticos