LA ECONOMÍA COMO INSTRUMENTO GENOCIDA.
Con toda claridad, solamente tapada parcialmente en los medios por
sucesivas noticias de altos impactos, es más que evidente que la andanada casi
sin solución de continuidad, de medidas económicas y sociales, empobrecedoras,
destructoras y socialmente excluyentes, en perpetración en Argentina, tienen
devastadores efectos que caben definir como de evidentes caracteres genocidas.
Tratada con amplitud la dolorosa realidad actual de Argentina, amerita al
menos un voluminoso libro, al estilo de La Doctrina del Shock, de Naomí Klein; e
incluso hay suficiente “tela para cortar” como para al menos una pequeña
enciclopedia de tres o cuatro volúmenes, analizando las diversas aristas
económicas, sociales, geopolíticas e históricas, todas en una intrincada y
compleja realidad.
Va al caso resumir los concretos hechos que (des)califican al gobierno
libertario – neoliberal, como el perpetrador (por incapacidad manifiesta y/o por
aviesa intencionalidad), del actual proceso de genocidio económico.
Se analiza el
tema, intentando brevedad.
- La pobreza y la miseria absoluta, aumentaron muy acentuadamente, desde
el comienzo del gobierno libertario, como lógicas consecuencias de las
fuertes subas de precios generales, que se incrementaron mucho por la
fuerte devaluación inicial, y la espiral inflacionaria sigue; mientras los
salarios y las jubilaciones se mantuvieron fijos o solo con pequeños
retoques, casi cosméticos, que no detuvieron el deterioro acentuado del
poder adquisitivo real de la mayoría de los argentinos.
- Contra toda lógica económica, se pretexta frenar la inflación, -que es
estructural, y muy dependiente de la carencia crónica de dólares, ante el
brutal endeudamiento asumido desde el macrismo-, bajo la suposición
errónea que haciendo caer en picada el consumo, se morigerarían los
precios. El endeudamiento externo sigue agravándose, mientras la recesión
golpea fuerte a casi todos los sectores sociales, pero la inflación sigue siendo
muy alta. Y es claramente falso que los déficits presupuestarios sean “la
gran causa” de las subas de precios.
- El muy promocionado superávit fiscal, que es otra de las falsedades
difundidas, se pudo exhibir dejando de cumplir obligaciones legales, como
las transferencias a las provincias; cancelando pagos de obras muy
necesarias (como la del gasoducto, que al no completarse su ampliación,
obligó a importar de apuro gas, gastándose muchas más divisas que las que
hubiera insumido esa inversión); ahogando financieramente a las
Universidades Nacionales, y otras falsas “economías”, que solo profundizan
la recesión y el desempleo.
- Entre los sectores pobres y los indigentes, se está muy cerca del 75 % de la
población, y esa deplorable realidad se acentúa día a día. Es de recordar,
que antes de meternos forzosamente en el neoliberalismo, bajo la presión
de las bayonetas, en el apátrida “proceso” cívico militar de 1976, la pobreza
en Argentina era menor al 4 % de nuestra población, la desocupación era
mínima; y análisis económicos objetivos calificaban a esa desocupación
como “friccional”, o sea que era relativamente muy fácil volver a conseguir
trabajo.
- Se paralizaron todas las obras públicas, incluyendo las que tenían
financiación externa blanda, como las dos grandes hidroeléctricas en el río
Santa Cruz; y los dos proyectos nucleares en avanzados grados de
desarrollo. Es parte del abanico de medidas que inducen a la fuerte
recesión, en la cual nos embretaron intencionalmente, provocando más
desocupación, la cual en muchos casos ya es crónica y en curso de
agravarse.
- Como las obras públicas tienen directa relación con las diversas
infraestructuras, imprescindibles para el correcto funcionamiento de
nuestro país, mucho más considerando la enorme dimensión geográfica
nuestra, el “parate” total de las obras lleva al rápido deterioro de lo
existente, y a carecer de las imprescindibles ampliaciones, y todo eso
empuja a profundizar el derrumbe de todos los indicadores socio
económicos.
- Ese irracional freno total a todas las obras públicas, nos pone en serio riesgo
de masivos apagones eléctricos, en la temporada estival, cuando aumenta
el consumo, lo cual aumentará el caos socio económico en el que nos
sumieron.
- Los brutales tarifazos de los servicios públicos y los combustibles, no
justificados con estudios serios de costos, son poco menos que impagables,
y acentúan la pobreza y la miseria generalizadas, empujando además a
cierres de más empresas.
- La hambruna generalizada, la miseria creciente y la exclusión social son
dolorosas lacras que antes resultaban casi inexistentes por completo en
nuestro país, pero ahora se extienden cuan ominosa mancha de aceite que
contamina todo el tejido social nacional. Este terrible cuadro de situación,
que para peor se agrava día a día, era impensable en aquella Argentina
próspera y mucho más equitativa, que era antes de la violenta irrupción del
neoliberalismo, impuesto por Videla - Martínez De Hoz y sus sucesores,
desde el muy nefasto “proceso” cívico militar de 1976.
- Evidenciando la insensibilidad total ante la miseria y la hambruna creciente,
a todo lo cual claramente desprecian los libertarios, sus socios neoliberales,
y otros factores del poder ultra reaccionario oligárquico (como la Sociedad
Rural y otros entes empresarios del denominado “círculo rojo”), con brutal
soberbia teñida de aporofobia, ocultaron los grandes cargamentos de
alimentos, que recibieron del gobierno precedente, y una vez puestos en
evidencia, mostrando nula sensibilidad social, se niegan a repartirlos entre
los numerosos comedores y merenderos, en los que se atiende al creciente
número de los marginados, muchos en situación de calle, que no pueden
costear sus alimentos.
- Genocidio económico explícito es dejar de suministrar los muy costosos
medicamentos oncológicos y para otras patologías graves, lo cual según
trascendió con muy poca prensa, que ya ocasionó varias muertes, y con
seguridad causará muchas más, de todo lo cual hacen un elocuente silencio
total, libertarios y neoliberales en el poder.
- Lo mismo puede decirse de las hoy acotadas campañas de vacunación y de
prevención de enfermedades.
- La mala alimentación, deficiente en calidad y muy pobre en cantidad, con
seguridad debilita a los amplios sectores de población hoy sumidos en la
miseria; afectando seguramente mucho más a niños, jóvenes y adultos
mayores. Se calcula que un millón de niños y adolescentes, no cenan, y con
seguridad, muchos padres tampoco, para dar lo poco que tienen a sus hijos.
- La actitud de festejar o de auto alabarse, por perpetrar despidos masivos
del personal del Estado, tiene caracteres de perversión acentuada, pues es
alegrarse de la miseria y el desempleo casi seguro, a los que condenan a
muchas personas; además de desguazar entes que cumplen funciones
importantes y/o necesarias. Pero es de recordar, que el presidente expresó,
exaltadamente, que opera para destruir al Estado, al cual conduce. ¡Vaya
paradoja y brutal incoherencia!
El listado no se agota.
Perpetrar con toda intención, la demolición económica nacional, buscando
a la vez la destrucción deliberada del Estado Nacional, con las consecuencias del
empobrecimiento y marginación masiva y acelerada de nuestra población, sin
importar en absoluto las muertes y los daños humanos severos que se ocasionan,
tiene claramente todas las características de un genocidio, implementado
intencionalmente en base a las crudas medidas socio económicas perpetradas a
presión y con toda premura.
Burlándose de todo principio de soberanía y de dignidad nacional, buscan
la destrucción de todo el entramado industrial y tecnológico, con el objetivo de
mínima de transformarnos en una factoría mera productora de materias primas,
en un esquema en el cual, con seguridad, sobraríamos más de la mitad (o mucho
más) de todos los argentinos.
Pero de máxima, el objetivo que claramente se puede visualizar, es hacer
implosionar a Argentina en media docena o más, de pequeñas republiquetas
empobrecidas, fácilmente manejables desde los centros de poder globalizadores,
bajo el accionar de las potencias neocolonialistas del siglo XXI.
Tenebrosa realidad, de la cual parecería que muy pocos tomaron debida
conciencia.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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