RETROCESO PLANIFICADO DE SIGLO Y MEDIO – LA IMPLANTACIÓN FORZOSA
DE LA PERIMIDA E INVIABLE ARGENTINA PRIMARIZADA
Nunca fuimos “la primera potencia mundial”, burda falsedad que a fuerza
de repetición buscan instalar los libertarios, ubicando ese supuesto dato, en
torno al Centenario (1910) o una o dos décadas antes.
Algo similar, y sin mayores fundamentos, es evidente que se sigue
“enseñando” en los Institutos de (de)Formación Militar, en los que se exalta “la
grandeza de la Argentina del Centenario”, con lo que se instala la supuesta
“conveniencia” de volver a aquellos supuestos “soñados años de grandeza”, que
en rigor eran de una economía sin industrias y endeudada, con mucha exclusión
social muy acentuada.
Tanta exclusión social hubo, que para los fastuosos actos del Centenario, la
policía se encargó de sacar fuera de “la gran urbe” a los muchos pobres que vivían
en las calles, a la buena de Dios, pues seguramente los gobernantes consideraban
indecoroso mostrarlos a los ilustres visitantes del extranjero.
¡Pero no era
indecoroso, ni mucho menos inhumano (para esa falsa “Argentina potencia”), no
asistirlos dejándolos vegetar en la pobreza más absoluta!
Pero lo que los historiadores ultra conservadores (afines al academicismo
mitrista, de relatos históricos edulcorados y groseras gruesas falsedades y
omisiones) y los economistas liberales, neoliberales y libertarios omiten, es la
correcta mención de todo el contexto, de aquella falaz “Argentina soñada”, de la
cual se omiten con muy dudosa inocencia, los serios problemas y acentuadas
limitaciones de aquel contexto de economía forzosamente primarizada (sin
industrias y sin entes tecnológicos propios), y con pavorosos indicadores de
analfabetismo y de miseria económica generalizada, la cual contrastaba con
niveles de riqueza escandalosos, de los sectores socio económicos privilegiados.
Eran épocas en las que los ricachones de la relativamente nueva oligarquía
campera, se hacían construir en Buenos Aires o alrededores, fastuosos palacios,
haciéndose traer de Europa todos los materiales (incluso los ladrillos), y los
albañiles y arquitectos; mientras que la mayoría de la población vivía en tugurios
miserables o en sobrepoblados conventillos, con una familia entera hacinada en
una sola habitación, y con uno o pocos baños compartidos.
También en esos años de acentuados contrastes sociales y económicos,
muchos sobrevivían malamente en las calles, o incluso tomaban como viviendas
temporarias los grandes caños que se importaban de Europa, para ser usados en
los sistemas de aguas corrientes y cloacas, que después se construirían.
De esas pobres gentes que habitaban en los caños, surgió el calificativo
despectivo de “atorrante”, pues la marca del fabricante de esos caños, impresa
en los mismos, era “A. Torrant”.
La creatividad del lenguaje coloquial incorporaba
nuevos términos, que de alguna manera marcaron características de esos años,
los que de “soñados” tenían muy poco, excepto para la ínfima minoría ahita de
riquezas.
Por la cerrazón mental de mantener el contexto de liberalismo extremo, sin
protección arancelaria alguna y sin incentivos para la industrialización, Argentina
desperdició una irrepetible coyuntura mundial favorable, con altos precios para
las materias primas alimenticias que producíamos, período que duró
aproximadamente desde 1890 a 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial,
cambiando drásticamente las condiciones del comercio mundial y sus
prioridades.
Si bien en esos años, el PBI argentino era destacado en el contexto mundial,
la situación social no era nada acorde a esos niveles de riqueza, los que por cierto
no “derramaban” (palabrita usada por los liberales), al conjunto de la población,
la cual en su mayor porcentaje sobrevivía malamente en la miseria crónica.
Y
nuestra economía era excluyentemente primaria, sin industrias, en las antípodas
de ser una supuesta “potencia” mundial, además con todo el interior postergado.
Cierto que venían muchos inmigrantes de Europa, pero también muchos de
ellos volvían a sus países de orígenes, ante la falta de trabajo y la imposibilidad
de acceder a la propiedad de la tierra, la cual había sido acaparada por el centenar
o poco más de familias acomodadas.
Si los inmigrantes querían trabajar la tierra,
y no se contentaban con ser peones asalariados de los mega terratenientes,
debían someterse al sistema de arrendamientos rurales, muchas veces en
contratos de cortas duraciones, lo que atentaba contra las necesarias mejoras
para dar mayores productividades a los campos.
El sistema de arrendamientos rurales, dio lugar a muchas iniquidades, las
que afloraron con fuerza al producirse El Grito de Alcorta, en 1912, con masivas
protestas en diversos lugares de la Pampa Húmeda. Esas protestas fueron
reprimidas, incluso perpetrándose el asesinato de uno de los abogados que
habían asumido la defensa de los arrendatarios.
Ese contexto de economía forzosamente primarizada, que los dueños del
poder político se negaban a modificar, ya resultaba insuficiente para la población
argentina de esos años, que según el censo de 1914 no alcanzaba a 7.900.000
habitantes. ¡Mucho menos esa economía podría dar trabajo a 47.000.000!
Esa involución forzosa a la supuesta “Argentina soñada” que predican
sectores de grandes terratenientes añorantes del poder omnímodo del que
disponían, solo provocará miseria, desocupación masiva y caos general;
involución que es propuesta, contra toda lógica de grandeza nacional, por
sectores políticos afines al neoliberalismo y al anarco capitalismo libertario.
Por otra parte, esos promotores de la involución socio económica forzosa,
omiten la contundente realidad de múltiples ejemplos de países desarrollados y
con buenos niveles de vida, los cuales solo se alcanzan con Estados Nacionales
activos, que promueven el desarrollo tecnológico e industrial, lo cual es
totalmente incompatible con el totalmente inviable y destructivo esquema de
ultra liberalismo, de desprotección total de nuestras industrias, del cuidado de
Empresas y Entes Estatales de altos valores estratégicos (como YPF, el complejo
de Vaca Muerta, Aerolíneas Argentinas, el estratégico Sector Nuclear, el Conicet,
el correcto manejo estatal de las grandes generadoras de energía, los apoyos
concretos a los entes tecnológicos, y el fuerte efecto multiplicador de las grandes
obras públicas, además del cuidado de nuestra población mediante la Salud
Pública y la Educación Pública, gratuitas de calidad para toda nuestra población,
etc.).
Nadie puede construir un futuro de Grandeza Nacional, desde un esquema
de destrucción generalizada. Y menos aun con políticas de mayores
endeudamientos, con los mismos gestores que nos metieron en la mayor deuda
externa de toda nuestra historia.
Nada bueno puede hacerse sin el ejercicio de soberanía, perder la moneda
propia es destruir soberanía. Controlar al Sector Financiero mediante el Banco
Central, también es esencial para la soberanía nacional.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
Grandes verdades, Carlos. Por desgracia el 55 % de los empadronados ha optado por el camino de la "Argentina del Centenario", o peor aún: el camino del mitrismo liso y llano, que -recordemos- en esa época era la oposición por derecha al Partido Autonomista Nacional roquista. Nosotros tenemos que dirigirnos solamente al 44 % que votó a Sergio Massa y levantar una nueva coalición. El resto votó a plena conciencia por la destrucción de los activos de la Patria y la sujeción a la autoridad monetaria de Estados Unidos y es irrecuperable. Ya no podemos contemplar, como en otras ocasiones, que creyeron en la revolución productiva, el salariazo, los diez kilómetros de subte por año, la pobreza cero o la inminencia de los brotes verdes. No. No perdamos tiempo con ellos. Saludos cordiales. Facundo Cano (Buenos Aires)
ResponderEliminarLeyendo los dos últimos articulos diré que la historia se reitera en la frágil memoria del pueblo. "LAS CUATRO VERDADES DE NUESTRA CRISIS" de Scalabrini Ortiz. nota: muy buen análisis.
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