LA DOBLE VARA DE LOS MANIPULADORES DE LA OPINIÓN PÚBLICA MUNDIAL
¿Cuál es la real diferencia entre “regímenes impresentables” y “muy criticados por la comunidad mundial”, a los que se ataca supuestamente por sus largas permanencias y supuestas violaciones a la democracia y los derechos humanos; respecto a otros gobiernos o factores del poder real de muy largas o ininterrumpidas permanencias en el poder, pero que son afines al “Estado Profundo Mundial?
La diferencia es en esencia la “rebeldía” o aceptación del “pensamiento políticamente correcto”, dictado por las usinas del hoy Poder Atlantista, antes las “democracias occidentales”.
A los primeros, la “opinión pública mundial” (léase los grupos de poder transnacional, por medio de medios de comunicación hiperconcentrados y sus múltiples tentáculos de manipulación cultural y mental), los descalifican individualmente como “el régimen” (concepto con fuerte carga agresiva y despectiva); mientras que a los otros, afines o aliados a factores del poder transnacional neocolonialista (promotores del neoliberalismo más descarnado), a sus líderes los definen elogiosamente como “destacados estadistas”, “líderes de la democracia” o conceptos similares siempre con fuertes sesgos positivos.
A otros gobiernos, abulonados al poder e impresentables por donde se los analice, pero funcionales a los dictados del Bloque Atlantista, la “prensa internacional” los apoya, protege y oculta o minimiza sus acciones.
Ejemplificativo es el caso de Nicaragua, pequeño país que estuvo sumido en la miseria y manejado por la United Fruit y otras corporaciones de EEUU que extraían sus riquezas, dejando solo míseras migajas para su sufrido pueblo, proceso para el cual estaban ocupados por tropas estadounidenses.
De 1927 a 1933 el General Sandino se levantó en armas contra la ocupación de su territorio nacional, buscando mayor justicia y equidad para su sufrido pueblo. Claramente, Sandino era un patriota a carta cabal y no era comunista, pero tampoco un subordinado al poder imperial yanqui.
Su sacrificio total, perdiendo la vida en un traicionero asesinato, logró el éxodo de las tropas imperiales de ocupación; pero fueron suplantadas por la Guardia Nacional, la cual fue el brazo armado de la prolongada y feroz dictadura
de Anastasio “Tacho” Somoza, el cual fue sucedido a su muerte por sus hijos, en más tiempo por “Tachito” Somoza, con el mismo régimen de terrorismo estatal.
En algún momento de la prolongada y cruel tiranía, de 16 años de “Tacho”, hubo objeciones en el núcleo del poder de EEUU, “por apoyar a semejante hijo de puta”, lo cual fue refutado internamente con la contundente afirmación: “si, pero es nuestro hijo de puta”. O sea que las usinas del poder profundo de EEUU apoyaron todas sus aberraciones y crueldades, porque fue siempre subordinado a los mandatos imperiales.
La brutalidad y ferocidad de los Somoza, nunca fue ni siquiera objetada por los “muy democráticos” líderes del Occidente, hoy devenidos en Atlantistas.
Fue derrocado “Tachito” por una generalizada insurrección del pueblo, que tomó como referencia la figura de Sandino, autodenominada “Sandinismo”, uno de cuyos líderes fue Daniel Ortega, actual presidente varias veces reelecto, logrando superar no solo oposiciones políticas pro norteamericanas, sino incluso agresiones armadas, organizadas y armadas por el poder imperial en la presidencia de Reagan, sobre todo en un sonado caso llamado “Irán – Contras” de triangulación de apoyos logísticos a grupos insurrectos anti sandinistas e incluso algunos de ellos posiblemente vinculados al tráfico de drogas.
Claramente, los apoyos o las agresiones que un gobierno pueda recibir, no son consecuencias de sus adhesiones o no a “la democracia”; tienen que ver con su orientación geopolítica (de sumisión o de soberanía al neocolonialismo Atlantista, en formato del siglo XXI), como lo demuestra el caso de Nicaragua, y los de Cuba y Venezuela -dentro de los “enemigos del Atlantismo”-, y los de Chile, Perú (hoy con cambios en el poder formal), Ecuador, Colombia y otros, dentro de los subordinados al neoliberalismo pro atlantista. Eso sin olvidar el accionar agresivo y destituyente, de los operativos de guerras mediáticas – judiciales – de “servicios” - y de mega poderes financieros / oligárquicos, como los perpetrados contra gobiernos independientes y populares de Argentina, Brasil y Bolivia, principalmente, en Sudamérica.
Doble vara que le dicen, operatoria de manejo de la opinión pública de muy vieja data. A algunos los “condenan” mediáticamente, mientras que a otros, también con largos períodos de permanencia, los alaban como “grandes estadistas” y “defensores de la libertad y la democracia”. Y a un tercer grupo de gobiernos aberrantes e indefendibles, los invisibilizan silenciando las críticas.
Pero unos cuantos desinformados crónicos, crédulos fáciles u odiadores seriales, así como “progres” confusos y poco ilustrados, les creen a los mercenarios al servicio de los poderes concentrados que buscan imponer al como sea la globalización salvaje y la supremacía absoluta del Bloque Atlantista. Son los que no entienden los manejos de la doble vara de los (in)comunicadores sociales, con sus lavados de cerebros a escalas masivas.
Esos manipuladores de conceptos, funcionales al neocolonialismo del siglo XXI, tildan de “regímenes dictatoriales” a gobiernos de países indóciles a “mandatos” y presiones de todo tipo, para desgastarlos y en muchos casos como pasos previos a diversos tipos de intervenciones, sean estas presiones políticas, bloqueos económicos, golpes blandos o golpes de Estado de formatos más “tradicionales”.
En Íbero América y El Caribe opera en forma muy clara la OEA (Organización de Estados Americanos), ente creado después de la Segunda Guerra Mundial, el cual fue funcional a todos los tipos de intervencionismo realizados por EEUU desde ese momento.
En los últimos años, bajo la conducción del uruguayo Almagro, más que un organismo multilateral, parecería fungir como el virreinato del patio trasero, acorde al fuerte resurgir actualizado de la Doctrina Monroe.
En ese contexto, no pueden sorprender los constantes ataques a Cuba, Venezuela y Nicaragua, los tres países que se muestran totalmente “indóciles” a las orientaciones doctrinarias pautadas como los “formatos correctos”, que no habían desaparecido, pero que evidencian haber cobrado nuevos bríos.
Mientras las acciones de intervencionismo sancionadas por EEUU (cuan patrón de estancia de su pretendido “patio trasero”) siguen vigentes y no se condenan, afectando a las economías de esas naciones hispano americanas, evidenciando un desprecio total a sus soberanías y a sus voluntades de no doblegarse; al mismo tiempo la OEA, la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) y múltiples tentáculos propagandísticos y culturales, siguen pretendiendo dar cátedras de “democracia”, de “libertad” y de “derechos humanos”, conceptos que no son más que muletillas vacías y excusas para continuar y acentuar las agresiones, con la finalidad muy clara de instalar en esas naciones hermanas, gobiernos de tinte partidocrático, dóciles y funcionales a los dictados emanados desde “el gran país del norte” y sus socios del Atlantismo.
Por supuesto, temas de soberanía y de dignidad nacional no parecen entrar dentro del vocabulario usual de la OEA, de la SIP y de los tinterillos acomodaticios.
Y lo precedente, que tiene gruesas e incontestables verdades, no significa en modo alguno apoyar ni coincidir con la filosofía política comunista o de tipo socialista, que de algún modo caracteriza a esos tres países “díscolos” respecto a los mandatos de “libre mercado” y Estado ausente, pregonado por EEUU y sus aliados Atlantistas.
Pero decidir el tipo de gobierno y su orientación político – económica, debe ser prerrogativa excluyente de sus pueblos, en las antípodas de las intromisiones neocolonialistas de corte intervencionista descarado, que no solo se mantiene con pequeños cambios cosméticos, desde los años del “Gran Garrote” de Theodore Roosevelt; ¡se intensificó exponencialmente desde los años de Reagan en adelante!
Todo intervencionismo resulta inaceptable para quienes consideramos que la soberanía real es un derecho inalienable de todos los Estados Nacionales.
A escala mundial, también se aplica ese doble rasero, protegiendo u ocultando escándalos morales y accionares nada transparentes, de vetustos sistemas monárquicos (como los de Gran Bretaña, España, Saudiarabia, entre otros), y se alaba como “grandes estadistas” a gobernantes de largos mandatos como Merkel (ocultándose sus gruesos errores en lo Energético); a Tatcher (con sus represivas violencias contra sus opositores, como los mineros y otros, perjudicados con su política de prioridad excluyente a las finanzas, aun en perjuicio de sus industrias), y eso sin olvidar su sed de sangre en el armado conflicto de Malvinas, montado para fines imperiales, con la complicidad de muy nulo pensantes milicos proceseros de Argentina; a Netanyahu (con las consecuencias humanas impresentables de su accionar geopolítico intervencionista), y otros; mientras por el contrario molestan y agreden mediáticamente los prolongados gobiernos de Xi-Jinping y sus antecesores; de Vladimir Putin; de Lukashenko en Bielorrusia; y de cuantos sean incómodos o no se avengan a los mandatos Atlantistas.
Claro está que el sistema político – cultural de Arabia Saudita y otras monarquías de Estados petroleros del Golfo Pérsico (por citar algunos casos notorios), de caracteres anacrónicos y fuertemente discriminativos hacia las mujeres, muy vinculados a los Atlantistas, gozan de “protección mediática.
Pero claro, ese “silencio” se entiende pues son proveedores “confiables” de petróleo y gas a “occidente” y sus aliados (como Japón), además de muy importantes compradores de costosos armamentos provistos por EEUU y sus aliados de la OTAN.
Pero esos son solo “detalles secundarios” para algunos analistas alineados con las directrices geopolíticas del Atlantismo.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
¿Cuál es la real diferencia entre “regímenes impresentables” y “muy criticados por la comunidad mundial”, a los que se ataca supuestamente por sus largas permanencias y supuestas violaciones a la democracia y los derechos humanos; respecto a otros gobiernos o factores del poder real de muy largas o ininterrumpidas permanencias en el poder, pero que son afines al “Estado Profundo Mundial?
La diferencia es en esencia la “rebeldía” o aceptación del “pensamiento políticamente correcto”, dictado por las usinas del hoy Poder Atlantista, antes las “democracias occidentales”.
A los primeros, la “opinión pública mundial” (léase los grupos de poder transnacional, por medio de medios de comunicación hiperconcentrados y sus múltiples tentáculos de manipulación cultural y mental), los descalifican individualmente como “el régimen” (concepto con fuerte carga agresiva y despectiva); mientras que a los otros, afines o aliados a factores del poder transnacional neocolonialista (promotores del neoliberalismo más descarnado), a sus líderes los definen elogiosamente como “destacados estadistas”, “líderes de la democracia” o conceptos similares siempre con fuertes sesgos positivos.
A otros gobiernos, abulonados al poder e impresentables por donde se los analice, pero funcionales a los dictados del Bloque Atlantista, la “prensa internacional” los apoya, protege y oculta o minimiza sus acciones.
Ejemplificativo es el caso de Nicaragua, pequeño país que estuvo sumido en la miseria y manejado por la United Fruit y otras corporaciones de EEUU que extraían sus riquezas, dejando solo míseras migajas para su sufrido pueblo, proceso para el cual estaban ocupados por tropas estadounidenses.
De 1927 a 1933 el General Sandino se levantó en armas contra la ocupación de su territorio nacional, buscando mayor justicia y equidad para su sufrido pueblo. Claramente, Sandino era un patriota a carta cabal y no era comunista, pero tampoco un subordinado al poder imperial yanqui.
Su sacrificio total, perdiendo la vida en un traicionero asesinato, logró el éxodo de las tropas imperiales de ocupación; pero fueron suplantadas por la Guardia Nacional, la cual fue el brazo armado de la prolongada y feroz dictadura
de Anastasio “Tacho” Somoza, el cual fue sucedido a su muerte por sus hijos, en más tiempo por “Tachito” Somoza, con el mismo régimen de terrorismo estatal.
En algún momento de la prolongada y cruel tiranía, de 16 años de “Tacho”, hubo objeciones en el núcleo del poder de EEUU, “por apoyar a semejante hijo de puta”, lo cual fue refutado internamente con la contundente afirmación: “si, pero es nuestro hijo de puta”. O sea que las usinas del poder profundo de EEUU apoyaron todas sus aberraciones y crueldades, porque fue siempre subordinado a los mandatos imperiales.
La brutalidad y ferocidad de los Somoza, nunca fue ni siquiera objetada por los “muy democráticos” líderes del Occidente, hoy devenidos en Atlantistas.
Fue derrocado “Tachito” por una generalizada insurrección del pueblo, que tomó como referencia la figura de Sandino, autodenominada “Sandinismo”, uno de cuyos líderes fue Daniel Ortega, actual presidente varias veces reelecto, logrando superar no solo oposiciones políticas pro norteamericanas, sino incluso agresiones armadas, organizadas y armadas por el poder imperial en la presidencia de Reagan, sobre todo en un sonado caso llamado “Irán – Contras” de triangulación de apoyos logísticos a grupos insurrectos anti sandinistas e incluso algunos de ellos posiblemente vinculados al tráfico de drogas.
Claramente, los apoyos o las agresiones que un gobierno pueda recibir, no son consecuencias de sus adhesiones o no a “la democracia”; tienen que ver con su orientación geopolítica (de sumisión o de soberanía al neocolonialismo Atlantista, en formato del siglo XXI), como lo demuestra el caso de Nicaragua, y los de Cuba y Venezuela -dentro de los “enemigos del Atlantismo”-, y los de Chile, Perú (hoy con cambios en el poder formal), Ecuador, Colombia y otros, dentro de los subordinados al neoliberalismo pro atlantista. Eso sin olvidar el accionar agresivo y destituyente, de los operativos de guerras mediáticas – judiciales – de “servicios” - y de mega poderes financieros / oligárquicos, como los perpetrados contra gobiernos independientes y populares de Argentina, Brasil y Bolivia, principalmente, en Sudamérica.
Doble vara que le dicen, operatoria de manejo de la opinión pública de muy vieja data. A algunos los “condenan” mediáticamente, mientras que a otros, también con largos períodos de permanencia, los alaban como “grandes estadistas” y “defensores de la libertad y la democracia”. Y a un tercer grupo de gobiernos aberrantes e indefendibles, los invisibilizan silenciando las críticas.
Pero unos cuantos desinformados crónicos, crédulos fáciles u odiadores seriales, así como “progres” confusos y poco ilustrados, les creen a los mercenarios al servicio de los poderes concentrados que buscan imponer al como sea la globalización salvaje y la supremacía absoluta del Bloque Atlantista. Son los que no entienden los manejos de la doble vara de los (in)comunicadores sociales, con sus lavados de cerebros a escalas masivas.
Esos manipuladores de conceptos, funcionales al neocolonialismo del siglo XXI, tildan de “regímenes dictatoriales” a gobiernos de países indóciles a “mandatos” y presiones de todo tipo, para desgastarlos y en muchos casos como pasos previos a diversos tipos de intervenciones, sean estas presiones políticas, bloqueos económicos, golpes blandos o golpes de Estado de formatos más “tradicionales”.
En Íbero América y El Caribe opera en forma muy clara la OEA (Organización de Estados Americanos), ente creado después de la Segunda Guerra Mundial, el cual fue funcional a todos los tipos de intervencionismo realizados por EEUU desde ese momento.
En los últimos años, bajo la conducción del uruguayo Almagro, más que un organismo multilateral, parecería fungir como el virreinato del patio trasero, acorde al fuerte resurgir actualizado de la Doctrina Monroe.
En ese contexto, no pueden sorprender los constantes ataques a Cuba, Venezuela y Nicaragua, los tres países que se muestran totalmente “indóciles” a las orientaciones doctrinarias pautadas como los “formatos correctos”, que no habían desaparecido, pero que evidencian haber cobrado nuevos bríos.
Mientras las acciones de intervencionismo sancionadas por EEUU (cuan patrón de estancia de su pretendido “patio trasero”) siguen vigentes y no se condenan, afectando a las economías de esas naciones hispano americanas, evidenciando un desprecio total a sus soberanías y a sus voluntades de no doblegarse; al mismo tiempo la OEA, la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) y múltiples tentáculos propagandísticos y culturales, siguen pretendiendo dar cátedras de “democracia”, de “libertad” y de “derechos humanos”, conceptos que no son más que muletillas vacías y excusas para continuar y acentuar las agresiones, con la finalidad muy clara de instalar en esas naciones hermanas, gobiernos de tinte partidocrático, dóciles y funcionales a los dictados emanados desde “el gran país del norte” y sus socios del Atlantismo.
Por supuesto, temas de soberanía y de dignidad nacional no parecen entrar dentro del vocabulario usual de la OEA, de la SIP y de los tinterillos acomodaticios.
Y lo precedente, que tiene gruesas e incontestables verdades, no significa en modo alguno apoyar ni coincidir con la filosofía política comunista o de tipo socialista, que de algún modo caracteriza a esos tres países “díscolos” respecto a los mandatos de “libre mercado” y Estado ausente, pregonado por EEUU y sus aliados Atlantistas.
Pero decidir el tipo de gobierno y su orientación político – económica, debe ser prerrogativa excluyente de sus pueblos, en las antípodas de las intromisiones neocolonialistas de corte intervencionista descarado, que no solo se mantiene con pequeños cambios cosméticos, desde los años del “Gran Garrote” de Theodore Roosevelt; ¡se intensificó exponencialmente desde los años de Reagan en adelante!
Todo intervencionismo resulta inaceptable para quienes consideramos que la soberanía real es un derecho inalienable de todos los Estados Nacionales.
A escala mundial, también se aplica ese doble rasero, protegiendo u ocultando escándalos morales y accionares nada transparentes, de vetustos sistemas monárquicos (como los de Gran Bretaña, España, Saudiarabia, entre otros), y se alaba como “grandes estadistas” a gobernantes de largos mandatos como Merkel (ocultándose sus gruesos errores en lo Energético); a Tatcher (con sus represivas violencias contra sus opositores, como los mineros y otros, perjudicados con su política de prioridad excluyente a las finanzas, aun en perjuicio de sus industrias), y eso sin olvidar su sed de sangre en el armado conflicto de Malvinas, montado para fines imperiales, con la complicidad de muy nulo pensantes milicos proceseros de Argentina; a Netanyahu (con las consecuencias humanas impresentables de su accionar geopolítico intervencionista), y otros; mientras por el contrario molestan y agreden mediáticamente los prolongados gobiernos de Xi-Jinping y sus antecesores; de Vladimir Putin; de Lukashenko en Bielorrusia; y de cuantos sean incómodos o no se avengan a los mandatos Atlantistas.
Claro está que el sistema político – cultural de Arabia Saudita y otras monarquías de Estados petroleros del Golfo Pérsico (por citar algunos casos notorios), de caracteres anacrónicos y fuertemente discriminativos hacia las mujeres, muy vinculados a los Atlantistas, gozan de “protección mediática.
Pero claro, ese “silencio” se entiende pues son proveedores “confiables” de petróleo y gas a “occidente” y sus aliados (como Japón), además de muy importantes compradores de costosos armamentos provistos por EEUU y sus aliados de la OTAN.
Pero esos son solo “detalles secundarios” para algunos analistas alineados con las directrices geopolíticas del Atlantismo.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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