sábado, 26 de diciembre de 2020

 EL COVID 19 Y LAS VACUNAS - LA REALIDAD EVIDENCIA LAS MENTIRAS DEL LIBERALISMO
Es un Estado activo, presente, es el que evitó el colapso del sistema sanitario argentino, que hubiera ocurrido sin ninguna duda, si hubiésemos seguido estando bajo el excluyente y egoísta sistema político económico neoliberal, que soslayó y destruyó en buena parte la Salud Pública.
Un Estado activo, fue el que allá por 1950 creó Aerolíneas Argentinas. Mal operada adrede, malvendida y extranjerizada luego por el neoliberalismo noventista –predecesor directo del macrismo-, en los nefastos años parcialmente del alfonsinato, del menemato y el delarruato, fue vuelta a nacionalizar en 2008, nuevamente en el contexto del Estado Nacional activo, que priorizó los Intereses Estratégicos Nacionales; en la antítesis de mezquindades y de negociados impresentables disfrazados de falso “eficientismo privado”, perpetrados por los personeros del neoliberalismo recargado.
Ese Estado activo fue el que primó la salud, por sobre sibilinos mensajes de “priorizar lo económico con apertura económica total”, que en realidad significa no importarles, a esos cultores del liberalismo recargado, del neoliberalismo, y más recientemente, a los “chetos” ultra clasistas del libertarismo, las muertes que esa política pudo causar.
Es el Estado activo, el que prioriza la salud, el que buscó y busca las distintas alternativas de vacunas, y el que con la herramienta valiosísima de Aerolíneas Argentinas, pudo traer la primera gran partida de 300.000 dosis de la vacuna Sputnik V desde Rusia, en un notable operativo diplomático y logístico; a la que prontamente se sumarán nuevas partidas de la misma, y previsiblemente de otras vacunas, como la creada por la Universidad de Oxford y la empresa AstraZeneca, que está siendo producida en Argentina por el laboratorio mAbxience.
Esos dos hechos de muy contundentes resultados –el Estado activo en todo el mega operativo sanitario, y el valioso y eficiente accionar logístico de la línea de bandera aérea nacional- son demostrativos de lo huecos e incluso maliciosos dogmas ultra privatistas del liberalismo, y de sus derivados recargados, el neoliberalismo y el libertarismo.
En realidad, la incontrastable realidad, muestra las falsedades de las “leyes” y dogmas del liberalismo, y por supuesto, de sus hijos doctrinales, los neoliberales y los libertarios.
El liberalismo es una doctrina privatista, antiestatista, y el neoliberalismo es su versión recargada, el cual a su vez tiene su propia versión acentuada, en el libertarismo.
Por supuesto, el liberalismo más que una doctrina económica es un instrumento creado para justificar el subdesarrollo crónico de las naciones excluidas del privilegiado lote de las desarrolladas y altamente tecnificadas; originalmente para asegurar a Gran Bretaña el rol de “taller” del mundo, y al resto para fungir como dóciles proveedores especializados de materias primas.
Claro está que hubo estadistas con criterios de grandeza nacional, en varias naciones, los que “desobedeciendo” el “pensamiento económico correcto”, al pasar a practicar el proteccionismo y medidas estatales activas para promover el desarrollo e industrialización nacional, lograron que sus naciones salgan del subdesarrollo que implica la excluyente economía primaria. Eso se perpetra bajo el mito de “dedicarse solo a aquellas actividades para las que cada país tiene mejores condiciones naturales”. Con ese criterio miope, Japón y Corea del Sur seguirían siendo solo productores de arroz, y Brasil seguiría solo produciendo café, carne y bananas.
Hubo sucesivas oleadas de industrializaciones, la primera de ellas, alrededor de 1870, con la cual Gran Bretaña tuvo fuertes competidores que le disputaron la hegemonía tecnológica e industrial; por esos años principalmente EEUU y Alemania.
El economista alemán Friedrich List, gran referente de la Escuela Económica Historicista, que tuvo activa participación doctrinal en los procesos de industrialización de Alemania (su patria natal, que ayudó a unificar), y de EEUU (su patria de adopción), fue quien sentenció definiendo al liberalismo como una doctrina colonialista: “Adam Smith (el “padre” del liberalismo económico) es un conquistador más temible que Napoleón”.
Cayendo en desprestigio el liberalismo, por su incapacidad para dar soluciones a las grandes crisis económicas, como la de 1929; sus cultores y propagandistas no dejaron de repetir sus dogmáticos y falaces “mantras”, como el de la ”mano invisible” que supuestamente guía a los mercados y a todo da solución, lo cual la realidad demostró como una gigantesca falsedad; o la supuesta “eficiencia” del sector privado y su supuesta contracara, la mentada “ineficiencia” del sector público; eso dentro de un rosario de mentiras, machaconamente repetidas por académicos acomodaticios, economistas mercenarios, comunicadores mediocres o venales, y por la poco pensante franja social definida por Jauretche como los tilingos (los clasemedieros colonizados mentales); eso sin olvidar a los oligarcas, liberales contumaces por cerrazón mental, por egoísmo reconcentrado y carencia total de real patriotismo.
El economista surcoreano Ha Joong Chang, en su clásico libro “Retirar la escalera”, demuestra las operaciones que implementan las naciones desarrolladas (y por ende industrializadas y con Estado nacional fuerte y activo), para impedir que nuevas naciones desarrollen las acciones necesarias para transformarse en países desarrollados.
A los argentinos, los personeros de los intereses antinacionales, nos machacaron constantemente con muletillas como “el Estado siempre es ineficiente”, “lo privado es siempre mejor”, “es beneficiosa la total ‘libertad’ de comercio”, “debemos dedicarnos solo al campo, para el cual tenemos condiciones naturales, sin perder tiempo en el desarrollo industrial”, etc.; mensajes perniciosos amplificados por los grandes medios, y lamentablemente inculcados como supuestas “verdades irrefutables” en diversos ámbitos de la realidad nacional, entre ellos en los institutos de (de)formación de las FFAA y FFSS. ¡Precisamente a ellos, que son “empleados públicos con uniforme”, les enseñaron a despreciar a los empleados públicos, y a aplaudir rabiosamente las medidas de destrucción de la industria y los entes tecnológicos nacionales! ¡¡¡Y eso lo hicieron (y algunos cuantos aun lo hacen), vociferando supuesto patriotismo, meramente declamativo!!!
Pero para denigrar al intervencionismo estatal, marcadamente exitoso, propugnado por el keynesianismo, surgió la reacción encabezada por la Escuela Austríaca de Economía, que fogoneó la creación y exaltación del neoliberalismo, una versión recargada del liberalismo, y que no se basó en datos históricos fehacientes ni otros de la realidad, usando solo teorizaciones en los hechos indemostrables.
Las medidas económicas keynesianas dieron al mundo el período llamado “los treinta gloriosos”, para calificar las tres décadas de crecimiento económico y mejoras en la distribución de la riqueza, que a la vez impulsaron políticas de dignificación a escala planetaria, al dar el contexto favorable para terminar con casi todo el colonialismo, que asolaba casi toda África y buena parte de Asia.
La llamada “revolución conservadora”, perpetrada a escala planetaria por la dupla Reagan – Tatcher, con el soporte académico del monetarismo de la Escuela de Chicago –versión ultra financiera del liberalismo económico recargado de la Escuela Austríaca-, se dedicó a demoler, literalmente, todos los logros de bienestar general, desarrollo económico y sano patriotismo, que tantas transformaciones positivas habían conseguido –en mayor o menor medida- en prácticamente casi todo el mundo.
Esa revolución conservadora estuvo impregnada por fuertes motivaciones geopolíticas de ambas potencias anglosajonas, que por un breve lapso histórico alcanzó su objetivo del mundo unipolar, paso previo a la globalización salvaje total, que era y es su objetivo de máxima.
Fueron años en los que el dogmatismo cerradamente liberal constituía el único “pensamiento político – económico correcto”, contando como custodios al poder omnipresente de los medios de difusión concentrados, a las tenazas del endeudamiento impagable impuesto al mundo subdesarrollado, y a la capacidad de “convencimiento” general provocado por severas pautas represivas aplicadas ante la menor disonancia ideológica, incluyendo la demonización del más evidente y sano patriotismo.
Pero el devenir de la realidad mundial nunca es lineal ni tampoco totalmente previsible.
El mundo volvió a cambiar acentuadamente, y del contexto unipolar se pasó al multipolarismo, con varias nuevas o resurgentes potencias que hacen sentir su peso en el tablero geopolítico mundial.
Ese multipolarismo devino en una nueva versión del mundo bipolar, en el cual los dos grandes bloques de poder son el Atlantismo y el Continentalismo.
El Atlantismo pregona el neoliberalismo a ultranza “hacia afuera”, pues esas potencias practican diversas formas de proteccionismo e intervencionismo estatal, incluyendo en ello a fuertes apoyos a sus entes tecnológicos, mayoritariamente estatales o dependiente de apoyos y contratos estatales.
El Continentalismo aplica diversas versiones propias en cada Estado, del sistema que puede definirse como Capitalismo de Estado, vigente incluso en China, cuyo accionar económico no puede de ningún modo calificarse como comunista.
En ese contexto de desgaste y desprestigio acentuado del liberalismo, como una nueva “vuelta de tuerca” del liberalismo exacerbado, surgió el libertarismo, con aceptación entre sectores oligarcas e incluso en clasemedieros muy confusos y muy poco fundamentados en Economía y en Política (tilinguería, Jauretche dixit).
Todas las nuevas potencias económicas, y otros países que van logrando salir de la miseria profunda y el estancamiento, aplican diversas versiones del Capitalismo de Estado, el cual no se ata a la maraña de falsas “leyes” económicas dictadas por el liberalismo. Hasta EEUU y la UE, que predican ultra liberalismo, son intervencionistas y proteccionistas de sus mercados internos.
La realidad, con su contundencia, desmiente una vez más a los profetas del odio, instigadores del excluyente y apátrida liberalismo económico.
Pero la realidad intenta ser tapada por constantes operativos de falsedades y distorsiones, difundidas masivamente por medios concentrados, con libretos dictados desde los centros del poder financiero mundial, con sede en las Potencias Atlantistas.
Por caso, el muy neoliberal y por ende privatista gobierno chileno, el “modelo a seguir” según se intenta instalar, compró menos de 10.000 dosis de vacunas (apenas para el 0.05% de su población); mientras que el “populista” gobierno argentino, compró 300.000 dosis, y pronto se tendrán disponibles muchas más.
También Paraguay se nos mostró sutilmente como “el modelo a seguir”, al afirmarse que no sabe que hacer con tantos dólares que ingresan a su economía. Pero su sistema sanitario colapsó, y en 10 meses de pandemia hicieron poco y nada para prevenirlo. Dicho esto con total respeto por los hermanos paraguayos,
la mayoría de los cuales si carecen de recursos, deben atenderse en hospitales argentinos, ante las carencias que padece el sistema sanitario público paraguayo.
Pero los medios concentrados lo ocultan o distorsionan.
También ocultan o distorsionan, los notables resultados positivos de los varios entes estatales argentinos, dedicados al desarrollo tecnológico, como todo el Sector Nuclear y el propio INVAP, el INTI, el INTA, el ANMAT, los varios institutos de tecnología sanitaria, etc.
Sin olvidar, claro está, el notable rol que cumplen las Universidades Nacionales, formadoras de la inmensa mayoría de los profesionales argentinos, abiertas a las mayorías desde la gratuidad impuesta por Perón en 1949.
Todo eso y mucho más, desmiente la supuesta “ineficiencia crónica” del Estado en la economía.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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