sábado, 25 de junio de 2016

IMPLICANCIAS GEOPOLÍTICAS DEL BREXIT

Contexto.
El Brexit es sin duda un fuerte sismo en el contexto europeo y gran sacudón en el ámbito geopolítico mundial, habida cuenta de la destacada importancia que la vieja y decadente Europa sigue teniendo en el orbe.
Sin duda es muy pronto para evaluar con la debida precisión, el amplio abanico de consecuencias que son esperables de ese hecho, no obstante lo cual pueden realizarse algunas evaluaciones preliminares.

Algo de historia.
Cuando nació el Mercado Común Europeo (MCE), precursor de la Unión Europea, Gran Bretaña intentó sin éxito consolidar un bloque distinto, con economías menores que hubiesen obrado en los hechos bajo la batuta británica, el cual fue llamado EFTA (por sus siglas en inglés), el Tratado Europeo de Libre Comercio. No fue una jugada casual, pues de haber consolidado ese “mini bloque europeo”, el hoy decadente imperio hubiese jugado a dos puntas sin oponentes, manteniendo sus estructuras coloniales supervivientes luego del cimbronazo de la Segunda Guerra Mundial, y a la vez liderar claramente el grupo filo británico de países europeos.
Por otra parte, Francia era uno de los pilares básicos del MCE, y nadie ignora los “cordiales odios” que desde siglos marcan la relación entre británicos y franceses.
Al no consolidarse el EFTA, Gran Bretaña intentó sumarse al MCE, lo cual fue aceptado por la Francia del “Gran Charles” (De Gaulle), solo previa desarticulación de los por entonces importantes remanentes de sus territorios coloniales, a los que tuvo que conceder independencia…excepto unos pocos enclaves insulares estratégicos, entre ellos los archipiélagos australes de Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur…pero esa ya es otra historia.
La Francia de De Gaulle logró impedir que Gran Bretaña mantuviera su imperio formal, lo cual hubiese desequilibrado la ecuación de poder en la Comunidad Europea (hoy UE), pero no pudo impedir que subsista la Commonwealth, la comunidad británica de naciones, la cual incluye a varios “pesos pesados” como Canadá, Australia, India y otros; ni la alianza especial con sus “primos” de América Del Norte, todo lo cual desequilibra la balanza en Europa a favor de los británicos, compensando su pérdida propia de importancia relativa, sobre todo comparando con Alemania y Francia, economías hoy mucho más poderosas que la semi estancada y extranjerizada economía británica. Esa situación actual, ya estructural, de pérdida de importantes sectores industriales y del manejo de buena parte de lo existente por corporaciones extranjeras, que se advierte en Gran Bretaña, fue consecuencia de la “opción por el poder financiero” que caracterizó a las orientaciones macro económicas de Churchill y Tatcher, principalmente, y por los conservadores en general.
En lo económico, poderosos intereses financieros, con ramificaciones en los medios de comunicación, defienden la fuerte impronta a una economía de servicios financieros (Banca, seguros, fletes y similares), argumentando que es más importante que mantener y expandir estructuras industriales, rubro en el cual Gran Bretaña perdió preeminencia en rubros importantes, como electrónica, electrodomésticos, automotores, motocicletas, camiones, etc. Por caso, cuesta entender que desde hace casi una década, en el reino unido ya no se producen camiones de ruta (solo algunos fuera de ruta de tipo “roqueros” o “mineros”).
En lo social, se fosilizaron estructuras de clases separadas y notablemente diferenciadas, lo cual se disimula en parte con el buen nivel de vida general que aun gozan. Pero el Brexit puede generar rispideces al respecto.
Pese al ingreso a la actual UE (antes MCE), Gran Bretaña mantuvo su propia moneda, así como varios rasgos culturales y económicos de impronta propia, favorecidos no solo por su idiosincrasia imperial, sino por su insularidad.
Ahora parecería la hora de “barajar y dar de nuevo” sobre todo por las diferencias profundas evidenciadas entre la separatista (de la UE) Inglaterra, y el integracionismo paneuropeo expresado por Escocia, e Irlanda Del Norte.

La UE y la OTAN.
La permanencia de Gran Bretaña en la OTAN no está condicionada por el Brexit, habida cuenta que existen en la alianza militar países que no forman parte de la UE, partiendo del caso del “hermano mayor” (EEUU) y otros casos.
Sin embargo, cabe la posibilidad, que si ganan los laboristas, sobre todo un líder pacifista y que hasta ahora demostró no estar condicionado por el establishment conservador y belicista, como es Jeremy Corbyn, puede suceder que el neocolonialismo rampante que está siendo política de Estado, con posturas inflexibles y soberbias en casos como los de Malvinas, Gibraltar y otros, sea suplantado por acciones de concreta descolonización y de devoluciones de territorios apropiados con métodos de la piratería. También cabe suponer, en tal caso, que el belicismo extremo que sigue practicando “la Rubia Albión”, permute a posturas más razonables y proclives a la paz y el respeto a las soberanías de los Estados. Esto último sería lo opuesto a lo perpetrado en las agresiones contra Iraq, Libia, Siria, etc., y las claras provocaciones a Rusia, esto último muy grave pues pone en serio riesgo la paz mundial. Difícil, considerando los antecedentes expansionistas, colonialistas y belicistas de Gran Bretaña, pero es una posibilidad si el Brexit forza un cambio drástico en las estructuras internas de poder de ese viejo imperio. 

Resquebrajamiento en la estructura constitutiva de la Gran Bretaña.
Las fuertes tendencias separatistas de Escocia, y en menor medida de Gales, así como las subyacentes tensiones conducentes a reintegrar el Ulster (Irlanda del Norte) a la soberanía de Irlanda, de la cual fue arrebatado, presuntamente pueden fortalecerse, recibiendo nuevos impulsos, habida cuenta que en Ulster (Irlanda del Norte) y en Escocia, ganó la postura integracionista respecto a la UE. Ya trascendió que Escocia solicitará permanecer en la estructura comunitaria, y es posible que el ejemplo sea seguido por el Ulster, lo cual acentuaría las tensiones
independentistas respecto a Gran Bretaña, que en tal supuesto, podría llegar a desaparecer como estructura política nacional. Es bueno recordar que en los hechos, Inglaterra ejerce una suerte de férreo tutelaje sobre los tres territorios sucesivamente anexados por acuerdos forzados o directamente perpetrados por la fuerza bruta.

Efectos esperables en lo económico y lo social.
La fluidez de los intercambios comerciales (que hasta ahora claramente favorecieron a la Europa Continental, en perjuicio de la importadora serial que es Gran Bretaña), podría cambiar, pues muy posiblemente las barreras aduaneras tendrán algún efecto, o tal vez incluso bastante. ¿Permitirá eso la
reindustrialización británica…? Parecería dudoso. A la vez cuesta creer que esa eventual reindustrialización británica encuentre fácilmente mercados externos, considerando que los más importantes países de la Comunidad Británica son potencias tecnológicas e industriales, que cuidan ese estatus (a diferencia clara respecto a la apertura suicida y/o brutalmente regresiva, que se nos está reimponiendo a los hispanoamericanos, en particular a Argentina).
En lo social, el panorama muy posiblemente sea más complicado, pues son muchos los “comunitarios” que viven y trabajan o estudian en Gran Bretaña, así como seguramente muchos británicos hacen lo propio en la Europa Comunitaria.
Esos trabajadores extranjeros llenan necesidades, muchas veces calificadas, que la oferta local de mano de obra no siempre puede satisfacer. Y eventuales despidos en trabajos no estables, pueden causar efectos muy negativos, e incluso verdaderas convulsiones sociales. Considerando la escasa vocación reindustrializadora que demuestra Gran Bretaña, sobre todo en producciones masivas, puede ser dudoso que los problemas sociales causados por el Brexit sean compensados por políticas estatales activos pro industrialistas. Hoy todo es un cimbronazo, de consecuencias difícilmente previsibles, sobre todo analizando desde lejos, por más que hayamos visitado con visión crítica y aguda a La Rubia Albión.

Implicancias para Argentina y otros países territorialmente usurpados.
El Brexit implica que la autodeclamada posesión de facto de la UE sobre Malvinas, Georgias y Sandwich Del Sur, caduca de hecho.
Eso debilita la postura británica, lo cual podría ser bien utilizado por Argentina (y otros países con territorios usurpados, como Guatemala, Venezuela, España, etc.); pero para eso es imprescindible contar con fuerte conciencia nacional y con gobernantes consustanciados visceral e insobornablemente con los Intereses Nacionales. Ese lamentablemente no es el caso actual de Argentina, cuyo poder político está en manos de sectores oligárquicos y corporativos, que manifiestan con declaraciones y con hechos su claro desprecio por la soberanía y por la dignidad nacional; siendo visibles que operan como apéndices maleables de los dictados geopolítico del G 7, y en particular de las dos grandes potencias anglosajonas.
Para completar el cuadro de debilidades pronunciadas que –
lamentablemente- exhibe nuestro país, gran parte del arco político demuestra inconsistencias o directamente sumisión ante las presiones del establishment, preocupado solo en “hacer buenos negocios”, al costo de llevarnos de bruces a un estado de situación que denominé “feudalismo dieciochesco”, mientras que la severa colonización cultural sigue afectando seriamente a vastos sectores clasemedieros muy confusos, así como a aparentemente mayoritarios grupos de militares retirados, cuyas visiones de pseudo “patriotismo” no van más allá del himno y la bandera…así como en revivir perimidas estructuras de casta presuntamente “superior”, no entendiendo que de ese modo han sido simples marionetas del poder financiero transnacional y de sus apéndices locales oligárquicos y antinacionales.
Tampoco cabe omitir el rol negativo del “progresismo” cargado de máximas de Gramsci, Marx, Trotsky y Malatesta; pero carente por completo de Valores Nacionales y conceptos de defensa clara de los Intereses Nacionales.
Completando el cuadro de extravíos, están los ultraecologistas, con ideas enrevesadas cuando no socioeconómicas genocidas, inculcadas por las transnacionales extranjeras –básicamente británicas-, que luchan denodamente … por el subdesarrollo crónico y la miseria institucionalizada.
Lo de “feudalismo dieciochesco” se entiende si se analiza que los
neoliberales buscan reinstaurar el poder omnímodo de la patronal, aun a costa de la dignidad de los asalariados, tal como los siervos de la gleba del anacrónico feudalismo; mientras que lo de dieciochesco es porque buscan reinstaurar como “verdad suprema” a los superados y mentirosos dogmas del liberalismo extremo del siglo XVIII.
Una excelente oportunidad para Argentina y naciones hermanas, si logramos anular el rumbo destructivo y suicida, impuesto a los empellones mediáticos y judiciales y económicos; con su brazo armado represivo, por el mega poder neoliberal transnacional y sus subordinados internos.

MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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