miércoles, 28 de octubre de 2015
NEOLIBERALISMO IMPLICA ANTIGEOPOLÍTICA NACIONAL
Muchos ciudadanos argentinos, incluido militares retirados y en actividad, e incluso algunos analistas políticos de frondosos antecedentes académicos, parecerían no comprender que la actual disputa política argentina, que nos ha llevado al próximo balotaje, tiene profundas y muy importantes implicancias para los Altos Intereses Geopolíticos Argentinos, del Mercosur, la Unasur y la Celac.
Con los sesgados y/o muy incompletos mensajes de la mayoría de los comunicadores sociales, nuestra población –salvo escasas y honrosas excepciones- no es consciente que lo que se pone en juego es la continuidad de un esquema político – económico heterodoxo –con aciertos y errores, pero con saldo claramente positivo-, frente a la posibilidad concreta que retorne la economía ortodoxa, o sea el neoliberalismo político económico extremo, bajo los habituales barnices semi edulcorados de “libre comercio”, “eliminación de barreras aduaneras”, “fin de los controles cambiarios”, ”libertad de contratación” (fin de las paritarias laborales), y otras frases similares, presentadas como ideas fuerza superadoras, siendo que en realidad implican una vuelta a rígidos e impiadosos esquemas de colonialismo económico, como el que sometió a Argentina desde la segunda mitad del siglo XIX, y cuya última aplicación brutal tuvo lugar en los desastrosos años ’90, que nos hicieron desembocar en la severísima crisis terminal de 2001/2002, en la cual estuvo en riesgo la integridad territorial y la propia existencia de Argentina como Estado-Nación.
Dicho en castizo simple, el liberalismo u ortodoxia económica, implica un Estado enanizado e inoperante, con el manejo y el poder total en manos de grandes corporaciones de especuladores financieros y Bancos extranjeros, importadores, oligarcas terratenientes camperos, algunas corporaciones industriales extranjeras y similares. Para ellos la gente es un simple dato intercambiable sin valor humano, los salarios un costo maldito que debe bajarse al mínimo, el índice de desocupación un simple dato marginal, y la soberanía y dignidad nacionales son conceptos inexistentes en el vocabulario neoliberal.
La heterodoxia económica implica un Estado fuerte, socialmente inclusivo, promotor y artífice del desarrollo, mientras que la soberanía y la dignidad nacionales son valores supremos e irrenunciables.
Todas las actuales grandes potencias económicas, y las potencias emergentes, aplicaron claramente políticas económicas heterodoxas, aunque declamen liberalismo económico extremo, que significa desprotección total, que es lo que quieren imponernos a los que aun no alcanzamos el pleno nivel de desarrollo.
Si el gobierno argentino volviera a manos de los neoliberales (como lo estuvo entre 1976 y 2001), la soberanía pasaría a ser un concepto devaluado, o directamente inexistente, tal como lo han demostrado todos los que gobernaron Argentina bajo esa apátrida concepción. Incluso un vicepresidente argentino, se manifestó…”orgulloso que Argentina sea la joya más preciada de la corona de su graciosa majestad (británica)”, eso en la década infame, de los años ’30.
Como los neoliberales operan como apéndices dóciles de los poderes económico financieros de EEUU y de la Unión Europea, es un hecho que de triunfar la alianza neoliberal, comandada por Macri, en rápida sucesión se perpetrarán las siguientes medidas.
Subordinación explícita a los dictados geopolíticos de las potencias del G 7, sobre todo de las potencias neocoloniales = EEUU, Gran Bretaña, Francia; más la UE como bloque de poder, y muy posiblemente Japón; más algunas potencias principales de la Comunidad Británica de Naciones.
Dócil y sumisa adscripción al TPP (Tratado de Libre Comercio del Pacífico), así como servil promoción del Tratado de Libre Comercio con el cual la UE pretende subordinarnos política y económicamente, y con ello transferirnos su actual profunda crisis económica a los países de la Unasur.
Segura subordinación a un remozado ALCA, el mismo tratado de “libre comercio” que quiso imponernos Bush hijo y que fuera rechazado en la Cumbre de Mar Del Plata, en 2005.
Inmediatos debilitamientos del Mercosur, de la Unasur y de la Celac, como pasos previos a sus disoluciones efectivas. Vuelta incondicional a la OEA, sarcásticamente llamada “el Departamento de las Colonias de USA”.
Transformación en letra muerta, a las que serán devaluados los muy importantes acuerdos estratégicos de Argentina con Rusia y con China.
Freno abrupto a todos los planes de desarrollo tecnológico, y rápido desguace de los organismos tecnológicos, como la Comisión Nacional de Energía Atómica, el INVAP, la CONAE (actividades espaciales), etc. Con ello además se abortarán el notable proyecto nuclear autónomo CAREM, y se congelarán las proyectadas tres nuevas grandes centrales nucleares, dos con asistencia tecnológica y financiera china, y una rusa (todas ellas proyectadas con importantes participaciones de la industria y los científicos argentinos).
Vuelta a una matriz energética basada en el petróleo y el gas, congelando proyectos hidroeléctricos, y a la vez promoviendo carísimos e ineficientes proyectos eólicos y solares. Extranjerización total del mega yacimiento no convencional de hidrocarburos de Vaca Muerta, hoy la joya principal a saquear por parte de los neopiratas financieros.
Desplante y desaire a los países no alineados, nucleados en el “G 77 más China”, con pérdidas de sus importantes apoyos.
Resignación definitiva de toda fundada pretensión de soberanía en Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, en la Antártida Argentina, e incluso en buena parte del riquísimo Mar Argentino. El propio candidato neoliberal afirmó que solo implican gastos innecesarios, y prioriza una relación “plena” (léase subordinada) con Gran Bretaña.
Degradación de las Fuerzas Armadas, a un simple rol policial, y vuelta a inculcarles doctrinas de colonialismo cultural, al estilo de las impartidas por la Escuela de las Américas, de las cuales evidentemente aun no se libraron.
Inmediato pedido de créditos al FMI, lo cual implica aceptar sus “recetas” de achicamiento y subordinación económica a los dictados del poder financiero transnacional.
Rápido y abrupto reendeudamiento, lo cual operará como las tenazas de la dependencia, que vuelvan a impedir por largos años, o tal vez para siempre, toda pretensión de desarrollo socio económico y de implementar
acciones geopolíticas propias que nos proyecten como nación desarrollada capaz de defender nuestros intereses estratégicos.
Nuevo proceso de “privatizaciones salvajes”, que quiten a nuestro país la propiedad y el manejo de empresas con gran importancia estratégica, como YPF, Aerolíneas Argentina, AYSA (agua y cloacas en la zona metropolitana y el Gran Buenos Aires), los fondos previsionales y los activos empresarios (acciones) atesorados hoy por el ANSES, etc.
Regreso violento a una economía pastoril, desindustrializada y desarticulada, como paso previo a nuestra balcanización, que es un viejo objetivo de las potencias neocoloniales, en particular de Gran Bretaña, que para esos fines opera activamente por medio de sus ONGs “ecologistas”, “indigenistas”, “derecho humanistas”, así como con sus “fundaciones económicas” y otros entes similares.
Tan profundo es el proceso de colonización cultural, que no solo buena parte de “la progresía” de los revolucionarios de café (anarquistas, marxistas, trotskistas, etc.) opera de hecho al servicio de los intereses colonialistas a los que dicen aborrecer. También lo hace buena parte del espectro político, que no tiene ni idea acerca de la importancia de los intereses geopolíticos nacionales en juego. Y hasta los integrantes de las Fuerzas Armadas (con las honrosas excepciones de siempre), votaron en las bases antárticas, con masivos apoyos al neoliberalismo, el mismo que pretende borrar todo vestigio de soberanía nacional en el Continente Blanco. Demuestran no tener ni idea de Geopolítica Nacional y Mundial, y siguen mentalmente encerrados en la perimida época de la Guerra Fría.
Gravísimos riesgos potenciales muy certeros, se ciernen sobre nuestra propia supervivencia como Estado como unidad política, y como nación soberana.
Es una elección presidencial crucial, y de derrotarse la arremetida neoliberal, deberán modificarse varios erróneos planteos vigentes (como el de degradación de las Fuerzas Armadas y la subordinación al Tratado de Madrid, de 1990, de rendición incondicional ante Gran Bretaña), así como la relativa preeminencia dada a ciertos “progresistas” cerradamente anticatólicos (religión histórica, mayoritaria y que es una fuerte ligazón social positiva); y planteos revulsivos como
el “todo vale” otorgado al ultra feminismo agresivo y degradante, que de hecho agrede a toda la sociedad; entre otros errores de urgente corrección.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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