lunes, 20 de octubre de 2014
COSTOS POR INDEFINIDA POSTERGACIÓN DE CORPUS
Datos Básicos
Potencia: 2.880 MW – Energía Media Anual: 19.000 GWh
Combustible que debe quemarse para generar 19.000 GWh = 4.700 millones de
litros de DO o combustible equivalente.
Factor de corrección por peso: 0,832
Tonelaje de combustibles que se hubieran ahorrado con la generación
hidroeléctrica de Corpus.
4.700 Mill. de lit. de DO x 0,832 = 3.910.400 Toneladas =
1.000
Costo medio actual de combustibles: U$S 500 por tonelada.
3.910.400 Tn x U$S 500 = U$S 1.955.200.000 por año.
PBI PPA argentino 2012, según World Economic Outlook del FMI
756.226 Millones, ubicación mundial 21º, ubicación en Íbero América 3º.
Dato del PBI similar a otras fuentes, como The World Factbook de la CIA, y datos
del FMI en Wikipedia.
El nivel de gasto de divisas en combustibles para generación, ha sido
históricamente uno de los condicionantes más problemáticos que frenó nuestro
desarrollo socio económico.
Postergación hasta la fecha = aproximadamente 12 años.
A valores actuales del combustible quemado: 23.462,4 millones de dólares.
Contexto General y Análisis
El Proyecto Hidroeléctrico Binacional Corpus (antes llamado Corpus Christi),
fue objeto de muchos estudios. Ya en los años ’70 y ‘80 el idealista, notable
luchador y destacado ingeniero que fue Mario Claudio Fuschini Mejía, había
logrado notables avances en la materia, teniendo inicialmente cierto apoyo estatal
argentino y de sus necesarias contrapartes paraguayas.
Con profusión de fundamentos técnicos y con una notable visión geopolítica,
sostenía que Corpus debía construirse en Pindoí, recostada sobre la isla
homónima, ubicada frente a la localidad argentina de Corpus, pero con una cota
de coronamiento de suficiente altura, como para servir de embalse y dique de
contención, ante un eventual (improbable pero no imposible) colapso de Itaipú, o
más certeramente, para atenuar en gran medida las grandes crecientes e incluso la
creciente decamilenaria. Pude conocer y hablar extensamente con este destacado
profesional, quien me distinguió considerándome su amigo.
Otros experimentados profesionales son el Ing. Armando Sánchez Guzmán, y
el equipo de la COMIP, con quienes tuve el agrado de conversar extensamente, en
muchas oportunidades. Ellos en conjunto trabajaron larga e intensamente el tema.
Se analizaron 21 posibles emplazamientos, de los que se preseleccionaron
tres; Itacuá, Itacurubí y el original en Pindoí. Hoy el emplazamiento seleccionado
es Pindoí, lugar en el que finaliza la notable singularidad geográfica que es el
Cañón del Guayrá, que abarca casi todo el tramo compartido entre Paraguay y
Brasil del río Paraná, continuando hasta Corpus-Pindoí, en el tramo argentino
paraguayo del río.
En la primera mitad de los años ’70, varios expertos energéticos (de los no
enrolados en el “facilismo” termoeléctrico) avizoraban la necesidad de
incrementar acentuadamente la Potencia Instalada hidroeléctrica y nuclear, para
disminuir nuestra patológica dependencia de los combustibles fósiles. En esos
años, los frenos y condicionantes a las grandes inversiones estratégicas –como lo
son sin duda las grandes hidroeléctricas- eran las demoras para completar los
estudios técnicos (con la Secretaría de Energía, el Ministerio de Economía y otros
sitios claves, muchas veces en manos de operadores neoliberales, y por t anto
afines o directamente personeros de los fuertes intereses termoeléctricos), así
como limitaciones y estrangulamientos en los procesos de financiaciones de obras.
Por supuesto, desde siempre, cierta prensa sembradora de desánimo y confusión,
sembraba cizaña y dudas, con calificativos tan falsos como degradantes, como por
ejemplo tildar de “faraónicas” a obras que evaluadas en el contexto del largo
plazo, son verdaderos puntales del desarrollo autosostenible, tal como lo prueban
obras similares concretadas en nuestro país (como El Chocón y el conjunto de
hidroeléctricas similares montadas en la región de El Comahue), y como también
lo demuestran numerosos ejemplos internacionales de vastas redes de grandes
hidroeléctricas, que sustentaron posteriores procesos de desarrollo y acentuada
industrialización, como Brasil, EEUU, Alemania, Suecia, China, Rusia, etc.
La obra bien pudo comenzar en la década del ’80, si bien con los estudios
posteriores que terminaron reconfirmando el emplazamiento original en Pindoí,
cabe precisar que en paralelo con la terminación de Yacyretá; y en un contexto
lógico debió comenzar a mediados de los ’90, para estar generando a pleno al
comienzo del actual milenio.
Pero por cierto, la década de los ’90, fue la antítesis de la lógica y la
coherencia. Fueron los años del completo descontrol del neoliberalismo más
exacerbado, de completar las “tareas sucias” de destrozar la economía y
consecuentemente el tejido social argentino, dando los profundos toques finales a
las perversamente destructivas medidas económicas instrumentadas de sde la
gestión de Videla – Martínez De Hoz, y continuadores.
Los ’90 fueron los años de exacerbación del ecologismo fundamentalista, que
calladamente se había instalado en los ’80, pero cuyo accionar alcanzó ribetes de
paroxismo, a la sombra de la nefasta gestión de María Julia Alsogaray en la
Secretaria de Medio Ambiente, como promotora a ultranza y repartidora a manos
llenas de subsidios a cuanta ONG “ecologista” existía, lo cual permitió a más de un
personaje de dudosos o inexistentes pergaminos académicos, vivir “trabajando”
de ecologista, bajo la batuta de “Marijú”, sus oportunistas lacayos y/o adláteres.
Desde entonces, el ecologismo fundamentalista se convirtió en el más
funcional aliado del subdesarrollo crónico, pues tanto bajo la nefasta teoría
“preventiva”, como de infinitas excusas enmarcadas en feroces campañas de
ecoterrorismo, siempre encuentran supuestos motivos para impedir, para frenar,
para demonizar industrias, obras públicas, procesos productivos, y similares. Por
supuesto, que la miseria extrema que de hecho fomentan con esas acciones, no
solo no les importa, sino que en los hechos parecería que los satisface, a estos
neotrogloditas con ropajes pseudo verdosos.
En ese contexto, verdadero aquelarre de falsedades, tergiversaciones y
denigración de todo concepto de patriotismo genuino, que fueron los nefastos
años ’90; en la provincia de Misiones, como una maniobra de política muy
mediocre de muy bajo vuelo y carencia de toda visión de grandeza, los por ese
entonces dos principales referentes del muy curioso “peronismo liberal”
(contrasentido si los hay), estaban enfrascados en una dura porfía política por
definir quien sería el capitanejo mayor en el orden provincial. Y como una medida
cargada de oportunismo y vacía de toda visión estratégica y criterio de grandeza,
se montó el circo de un amañado plebiscito, tan aplaudido por los
fundamentalistas de la ecología, como carente de todo basamento técnico e
incluso de sentido común. Muy rápidamente todo el arco opositor, demostrando
agilidad para sumarse a la politiquería de bajo vuelo, se montó a la maniobra, que
en sí fue un modelo de ecoterrorismo aplicado a la partidocracia.
Incluso en esos años, trascendió que dos figuras políticas también relevantes,
una del peronismo tradicional (no neoliberal) y una del radicalismo histórico,
fueron presionadas a guardar silencio, por curiosas interpretaciones de “disciplina
partidaria”, pues ambos tuvieron posturas favorables a las hidroeléctricas, es decir
opuestas al vociferante amontonamiento de falacias sobre las que se montó el
amañado plebiscito de 1996, el cual carece de fuerza vinculante.
La falta de planificación a mediano y largo plazo, se prueban con la
contundencia de los hechos. Por caso la venta a precio de remate del Ciclo
Combinado (por ser “innecesario”) al final del puertismo; los considerables
retrasos en obras de transmisión y distribución, que afectan y ponen en serio
riesgo al servicio eléctrico; y la total falta de previsión a un par de décadas, ante el
previsible muy elevado incremento del consumo, son algunos de los contundentes
hechos probatorios de la falta del sano concepto de planificación energética, que
parece afectar en mayor o menor medida a todo el arco dirigencial de Misiones, o
poco menos.
Por supuesto que las falsas “alternativas” de generación –eólicas, solares,
etc.-, como las reiteradamente expuestas por algunos medios y un abanico de
improvisados comunicadores sociales, no son más que espejitos de colores para
engañar incautos o muy desinformados.
Mientras tanto, seguimos quemando irracionalmente cantidades siderales de
hidrocarburos, privando a Misiones de cuantiosas regalías y de obras de
transmisión eléctrica, imposibles de concretar con fondos provinciales. Por
supuesto, la dubitativa actitud de Paraguay, también le impide contar con esa
energía, y eventualmente con los voluminosos recursos de su venta a nuestro país.
A precios actuales de los combustibles, no disponer de Corpus, obligó a
gastar en 12 años la friolera de U$S 23.462.400.000, suma que equivale a poco
más del 3 % del PBI actual de Argentina. ¡Y por supuesto, el ecoterrorismo
antirepresas jamás registra los cuantiosos niveles de polución, que hubiese
significado reemplazar la contaminante generación termoeléctrica por la limpia
generación hidroeléctrica!
Reiteremos que por insalvables limitaciones técnicas y por costos
elevadísimos, ese volumen de generación no puede remplazarse por las
ineficientes generaciones solar y eólica.
También en esa ecuación faltan computar los beneficios de evitar
inundaciones (tal como hizo Yacyretá en Posadas, Encarnación y poblaciones
cercanas), y los enormes beneficios geopolíticos de materializar otra importante
conexión y asociación estratégica entre ambos países, fortaleciendo de esa forma
el Mercosur y la Unasur.
Pero como el ecologismo fundamentalista “recibe letra” de Gran Bretaña y el
G 7, uno de sus objetivos concretos es debilitar nuestros países y los acuerdos de
integración regional.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
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