EL ESTRATÉGICO TEMA DE LOS PRECIOS DE
LOS COMBUSTIBLES
Uno
de los objetivos del golpe de mercado armado recientemente en Argentina, es
llevar los precios de los combustibles a valores internacionales.
Ese
fue claramente el justificativo que el responsable de la filial local de Shell
expuso, al ser consultado por los motivos de sus recientes acciones
groseramente desestabilizadoras, propinantes y abanderados visibles de las
presiones fuertemente devaluatorias, instrumentadas por medio del Banco con el
cual opera la petrolera anglo holandesa, el HSBC, “casualmente” también de
capitales británicos, por medio de la burda maniobra de compra de dólares a una
cotización muy superior a la vigente en ese día.
Por
supuesto que a nadie medianamente informado escapa el hecho que el objetivo
principal fue –y sigue siendo- lograr la defenestración del actual gobierno,
constante objetivo del establishment neoliberal y ultra conservador en lo
político.
Aunque
ese sector de la clase media poco informada y muy susceptible de ser
influenciada por las campañas mediáticas, no lo sepa o no lo recuerde, esa
misma metodología –adaptada a las condiciones de cada época histórica- fue la
aplicada para expulsar del gobierno a Yrigoyen (1930), a Perón (1955), a
Frondizi (1962), a Illia (1966), al peronismo (1976) y a Alfonsín (1989).
Haciendo
un poco de historia, el golpe de Estado contra Yrigoyen (primer gran caudillo
popular y nacional del siglo XX), según diversos analistas bien documentados,
“tuvo claro olor a petróleo”, pues el primer objetivo fue “enanizar” a la
estatal YPF (primera petrolera estatal del mundo, sumamente eficiente en esos
años), pues las constantes presiones de Shell y Esso apuntaban a cobrar valores
internacionales al combustible vendido en el mercado interno, pese a que los
costos de extracción en Argentina eran sensiblemente más económicos que la
media internacional. La persecución contra los Generales Ingenieros que tan
eficiente y patrióticamente habían dirigido a YPF en sus primeros ocho años,
fue simplemente feroz. Mosconi debió exiliarse, y murió años después en digna
pobreza; mientras que Baldrich debió soportar las penurias de la injusta
cárcel. Los combustibles se encarecieron, alineándose con cotizaciones
internacionales. Después sobrevendría la década infame, de la mano de Justo y
sus continuadores, con los habituales doctores de apellidos ilustres, que
combinaban sus cargos en empresas extranjeras (básicamente británicas), con la
función pública, con las complicidades de la “prensa seria” (liberal a
ultranza) y los partidos de la componenda política adocenada (conservadores,
radicales “galeritas” –alvearistas-, socialistas, etc.).
En
1955, el golpe financiado, armado (municiones y combustibles para los barcos
sublevados, y posiblemente logística para otras armas) y luego festejado por
Gran Bretaña, además de pretender retrotraer Argentina a su triste rol de país-
estancia, y desarmar todas las muchas conquistas sociales, tuvo por finalidad
hacer caer el contrato petrolero con La California, que hubiese posibilitado el
autoabastecimiento petrolero, comandado por YPF. Abortado el contrato, las
importaciones de petróleo siguieron erosionando la Balanza de Pagos…
Entre
1958 y 1962, aún bajo enormes presiones frutos de su debilidad política y del
altanero rol de las cúpulas militares herederas de la “revolución fusiladora”
del ’55, el gobierno de Frondizi no solo emprendió una fuerte y muy decidida
industrialización y construcción de grandes obras de infraestructura, sino que
por primera vez se alcanzó el autoabastecimiento petrolero, mediante contratos
de concesión con empresas foráneas, pero que reservaban totalmente el manejo y
operación del crudo a la estatal YPF.
El
golpe de Estado de 1962, nuevamente frenó el proceso de transformaciones, y
luego de las condicionadas elecciones de 1963, los contratos petroleros fueron
anulados…sin que en los hechos se concretaran acciones de reemplazo a esos
contratos, con lo que se debió volver a importar crudo.
Otro
golpe de Estado se produjo en 1966, que los historiadores revisionistas
vinculan con las presiones de los laboratorios productores de medicamentos,
ante la declarada intención del gobierno de Illia de ordenar al sector, para
abaratar los precios de los remedios. Fue un golpe de Estado atípico, pues
curiosamente demostró después tener componentes de orientación nacional, como
lo demuestran los fuertes impulsos al Plan Nuclear, los decididos apoyos a la
industrialización y el notable Plan Europa de reequipamiento de las Fuerzas
Armadas, con muchos componentes fabricados localmente. Pero los componentes
liberales que guiaron aspectos económicos, favorecieron la extranjerización de
la economía argentina. El autoabastecimiento de petróleo siguió siendo materia
pendiente.
El
golpe de Estado de 1976, además de ser la reedición corregida y ampliada de la
década infame (la de 1930-1943), destruyó sistemáticamente la economía
argentina y empobreció a la población, además de obligar a las Empresas del
Estado a asumir irracionales deudas, de las cuales las divisas de los préstamos
eran automáticamente transferidas al Tesoro Nacional, para enjugar los
crecientes déficits. Perversa política que adrede hizo pasar como
“ineficientes” a las empresas estatales, pues sus balances daban resultados
negativos, a consecuencia de los brutales endeudamientos. Por supuesto, eran
conducidas por agentes del liberalismo extremo, es decir funcionarios
interesados en presentarlas como ineficientes, para facilitar sus posteriores
ventas o desguaces, lo cual fue consumado años después, en el apogeo del
neoliberalismo durante los terribles años de la década del ’90.
El
golpe de mercado contra Alfonsín, en 1989, tuvo por finalidad apurar la
asunción de Menem al poder, ya imbuido de su rol de “buen alumno” del
neoliberalismo a ultranza, manejado por el Consenso de Washington. Las nefastas
consecuencias de ello son muy bien conocidas, aunque algunos se empeñen en
“olvidarse”.
Al
“privatizarse” (extranjerizarse) YPF, además de saquear nuestras reservas de petróleo
y gas sin ningún freno ni control, las referencias de precios fueron los
internacionales.
Más
caro para los consumidores argentinos, ya muy castigados en esos años, y menos
competitividad para la industria nacional.
Recuperado
el control de YPF y parcialmente (51%) la propiedad, faltando aún reconstituir
Gas del Estado (y refundar Agua y Energía Eléctrica), será bastante dificultoso
imponer precios acordes a los costos nacionales a los combustibles, por los
entrecruzamientos de intereses de los contratos de explotación de yacimientos,
y por las regalías que perciben las provincias petroleras.
Lograrlo
sin apelar a subsidios, será un punto importante para favorecer la mayor
competitividad de la economía argentina. Es un tema estratégico, tal como lo prueba
la historia argentina.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
ANALISTA DE TEMAS ECONÓMICOS Y GEOPOLÍTICOS
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