BRASIL, PARAGUAY Y BOLIVIA CONSTRUYEN
HIDROELÉCTRICAS
La
única verdad es la realidad, dijo el más carismático líder nacional que tuvo
Argentina en el siglo XX.
Y
al respecto, para contestar la catarata de burdas mentiras que afirman que “ya
no se construyen hidroeléctricas en el mundo” o que “hay alternativas mejores”
u otros disparates sin sustento científico alguno, con las que variopintos
sectores de desinformados sin mala fe, fanáticos irracionales del ecologismo
cavernario, comunicadores sociales acomodaticios o muy superficiales, políticos
de muy bajo vuelo y/o muy mediocres, y diversos intereses creados muy
poderosos; resulta muy interesante analizar que sucede en nuestro contexto
geográfico, y más particularmente en los cinco países de la gran región
conocida como La Cuenca Del Plata.
Uruguay
ya tiene en explotación a todo su potencial hidroeléctrico, excepción de una
obra complementaria de Salto Grande –que por diversas presiones es dudoso que
se haga en el corto o mediano plazo-. Por ello, es lógico que no tenga planes
de expansión hidroeléctrica ni proyectos en ejecución.
Brasil
es un ejemplo concreto e irrefutable, del correcto uso del potencial
hidroeléctrico para sustentar un Proyecto de Nación con indudable Criterio de
Grandeza. Allá el desarrollo hidroeléctrico es Política de Estado, y no se
detiene pese a los cambios de gobierno, ni tampoco se subordina a los caprichos
y presiones de las transnacionales del ecologismo cavernario, materializado en
entes que como Greenpeace o World Wildlife Foundation, bajo la excusa del
conservacionismo in extremis, en realidad buscan mantener a nuestros pueblos
sumidos en la miseria y el subdesarrollo más abyectos. Muchos “perejiles” y
crédulos varios, se niegan a reconocer que en particular esas dos ONGs
claramente operan como extensiones del imperio británico, en la guerra cultural
que se libra día a día, con el objetivo de subyugar nuestras conciencias…pero
ese ya es otro tema.
Como
sea, Brasil sabe que necesita enormes y aceleradamente crecientes cantidades de
energía eléctrica, y para ello tiene aproximadamente medio centenar de obras
hidroeléctricas en construcción, varias de ellas muy grandes. Y para los
hippies anacrónicos y otros fanáticos del ecologismo cavernario, que contra
toda lógica afirman que “las grandes represas provocan miseria”, es bueno
recordar –enfáticamente- que el Plan Hambre Cero y el ascenso a la clase media
de varios millones de brasileños (ambas políticas implementadas por Lula Da
Silva), no se hubiesen podido ejecutar sin los poderosos respaldos de un enorme
sistema eléctrico, muy eficiente y económico, que se sustenta más del 80 % en
energía hidroeléctrica. La economía brasileña hubiese crecido mucho menos, si
hubiera necesitado quemar las descomunales cantidades de petróleo y gas que
ahorró su enorme red de centrales hidroeléctricas. ¡Claro que esas
incontestables realidades los ecólatras fingen no verlas!...¿Por que?...
Pero
el énfasis en utilizar la energía más limpia, eficiente y totalmente renovable,
que es la hidroeléctrica, no se focaliza solo en Brasil.
Bolivia,
en forma acorde al desarrollo que sin duda está experimentando en los últimos
años, puso en ejecución efectiva un ambicioso plan para ampliar considerablemente
su capacidad de generación eléctrica, y para diversificar sus fuentes de
generación. Recordemos que el país hermano del Altiplano, es fuertemente
excedentario en gas natural, el cual exporta en cantidades importantes a Brasil
y Argentina.
La
solución más “fácil” que “recetan” los neoliberales habitualmente, es reducir
las inversiones, aún a costa del desarrollo. Y con ese estrecho criterio,
Bolivia seguiría aumentando su capacidad de generación focalizándose únicamente
en instalar más usinas a gas. (que son de menores inversiones iniciales, pero
de costo por KWh mucho más caro).
Pero
con muy buen criterio, para no seguir quemando gas natural que tendrá mejores
usos para la exportación, o mejor aún para industrializarse produciendo
fertilizantes, plásticos y otros productos valiosos, Bolivia puso en marcha dos
importantes proyectos hidroeléctricos: el Misicuni y el San José, los cuales en
la primera etapa aportarán 196 MW, lo cual es trascendente para un sistema
interconectado relativamente pequeño como el del país hermano. Con esos y otros
proyectos, Bolivia planifica posicionarse como exportador –en escala pequeña
pero importante para su economía- de energía eléctrica.
Paraguay
por su parte, luego de una larga etapa de pseudo negacionismo (en verdad
vericuetos como partes de su estrategia de negociación con Argentina y Brasil),
en los últimos meses dio pruebas de su interés en incrementar su capacidad de
generación hidroeléctrica, apuntando para ello a varios proyectos, todos ellos
factibles sin exclusiones.
En
ese contexto, en Paraguay se evidencia consenso favorable para ampliar la
Hidroeléctrica Yacyretá, en sociedad con Argentina, siendo destacable en ello
el Proyecto Añacuá, que utilizará las aguas hoy desperdiciadas del vertedero
homónimo. Pero además ve con buenos ojos el proyecto Corpus, también con
Argentina; e incluso su actual presidente mencionó el anteproyecto Itatí – Itá
Corá, pensado como compensador aguas abajo de Yacyretá.
No
obstante tener dos presas hidroeléctricas gigantescas, en sociedad con
Argentina y Brasil, y tener otra importante en un río interior (Acaray), y los
citados proyectos binacionales a construirse con Argentina, es muy
significativo que Paraguay sigue apostando fuerte a aumentar su capacidad
hidroeléctrica de generación. Está próximo a licitarse el Proyecto Ipané, en el
río homónimo, en el Departamento Concepción, con una potencia de entre 30 a 35
MW. También se licitará en breve la maquinización (puesta de turbinas) en la
Presa Yguazú, que hoy solo opera como reservorio de agua. Se instalarán dos
turbinas de 100 MW cada una, previéndose que opere como central de punta. A la
vez, la estatal ANDE está elaborando un pliego genérico de bases y condiciones
para construcciones de pequeñas hidroeléctricas (cabe aclarar que “pequeñas
hidroeléctricas” tienen potencias autosustentables, de 1 MW hasta 10 MW o poco
más; siendo de mayor porte que las muy pequeñas y dudosamente viables micro
centrales hidroeléctricas, de pequeñísimos rangos de potencia).
De
los cinco países de la Cuenca Del Plata, tres tienen proyectos en ejecución,
uno de ellos carece de lugares donde emplazar más usinas hidroeléctricas. Y
Argentina, con un muy buen potencial factible de aprovecharse, solo tiene hoy
una obra en construcción, y padece innumerables trabas de distinto tipo, sobre
todo los interminables condicionamientos y/o pretextos del sector ultra
ecologista, y de los intereses creados vinculados a la termogeneración; y a
consecuencia de esas demoras quemamos diariamente enormes cantidades de
hidrocarburos que hoy no tenemos.
Y
curiosamente (o no tanto, si se analizan los vínculos de las ONGs ultra
ecologistas transnacionales con las petroleras), los activistas del ecologismo
cavernario no se preocupan por las consecuencias ambientales directas del
parque de generación termoeléctrico, que ante las demoras en concretarse las
hidroeléctricas y nucleares, debe seguir ampliándose año a año.
Por
supuesto que esos sectores del ecologismo cavernario, tampoco se preocupan por
los costos ambientales indirectos –pero muy reales- que ocasionan las
interminables demoras en concretar nuestros proyectos hidroeléctricos. En
efecto, por cada año de demora se queman ingentes cantidades de hidrocarburos,
muy costosos y mayormente importados, detrayendo fondos que deberían ser
invertidos en fomentar nuestro desarrollo. Y donde no hay desarrollo, reina el
atraso y el subdesarrollo, y con el subdesarrollo prolifera la peor de las
contaminaciones, la provocada por la miseria extrema.
Proyectos
de extrema importancia como Paraná Medio, el Complejo del Bermejo, Corpus,
Garabí, Panambí, y muchos otros, varios completamente estudiados en las épocas
fructíferas de Agua y Energía, siguen en los anaqueles, o están sujetos a
interminables estudios ambientales, que casi parecerían las excusas perfectas
para sus interminables dilaciones. Otros ya anunciados, como las dos grandes
presas sobre el Río Santa Cruz (N. Kirchner y J. Cepernic), más Chihuido I en Neuquén,
esperemos que pronto comiencen a ser construidos.
En
una dimensión más modesta, acorde a las obras que Paraguay está por realizar en
cursos de agua interiores, en Misiones aguardan sus construcciones varios
proyectos hidroeléctricos, de medianas dimensiones, todos factibles
económicamente, que al concretarse no solo proporcionarán más energía barata,
sino reservorios de agua –tan importantes en nuestras recurrentes sequías-, y
nuevos atractivos turísticos y recreacionales.
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
ANALISTA DE TEMAS ECONÓMICOS Y GEOPOLÍTICOS
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