LAS MENTIRAS DE
GREENPEACE Y ENTES VINCULADOS
Se comprobó fehacientemente que la
histriónica “denuncia” de Greenpeace –con la claque de FUNAM- de supuestas
aguas radioactivas en Ezeiza, es otra de las usuales mentiras sobre las que el
ecologismo fundamentalista monta sus campañas mediáticas. Con nula repercusión
en los medios, recientemente La Justicia consideró totalmente demostrado que la
denuncia judicial carece de todo sustento: ES FALSA.
Pocos años atrás, Fundación Vida
Silvestre –el brazo “argentino” de World Wildlife Foundation (WWF), también
hizo una rimbombante “denuncia” mediática de un supuesto trasvasamiento de
aguas de Yacyretá al Iberá, con los “avales” de ignotos profesores
universitarios, que ni siquiera se presentaron a defender sus acusaciones,
montadas sobre mentiras, especulaciones, falsedades y tergiversaciones.
Estudios científicos serios permitieron demostrar que tal “trasvasamiento” solo
existió en mentes afiebradas o en personas de muy mala fe, y del tema no se
habló más, pero tampoco la desmentida tuvo mucha prensa.
También miente Greenpeace, cuando
afirma retorcidamente que la usina termoeléctrica de Río Turbio “afectará los
glaciares”, en otra campaña de terrorismo mediático, muy salpicada de efectos
emotivos. ¡La distancia al glaciar más cercano es de varios cientos de
kilómetros, y con vientos “en contra” que alejarán los pocos gases que emanarán
de esa usina cuando funcione! Y en nada tiene en cuente el ecologismo
cavernario las opiniones mayoritarias de los pobladores de esa ciudad y su
entorno, ampliamente favorables a la construcción de esa usina, de gran
importancia social, económica, geopolítica y energética (será punta de línea
del SADI –Sistema Argentino De Interconexión-, y sin una usina poderosa allí,
podrían existir problemas de tensión y de voltaje).
Exageran y mienten esas
transnacionales del ecologismo ultra, cuando demonizan a la soja y la minería,
“casualmente” dos actividades fuertemente productoras de divisas, y generadoras
de muchos puestos de trabajo, de muy buenos salarios al menos en la minería.
Demonizan al gas de esquistos (o no
convencional), con excusas “ecológicas” siendo que en realidad quieren impedir
nuestro autoabastecimiento, para hacernos dependientes de las importaciones,
pues el establishment nos quiere débiles.
Atacan con ferocidad cargada de
falsedades a las usinas hidroeléctricas y nucleares, e inculcan miedos “por si
acaso”, promocionando como grandes soluciones a energías caras y muy limitadas
(no sirven como usinas de base), como son las eólicas y solares, escondiendo
que por sus limitaciones, necesitarán –de instalarse masivamente-, también
masivas inversiones en usinas convencionales a gas, aumentando con ello nuestra
dependencia hidrocarburífera (consumimos demasiado petróleo y gas, en nuestra
matriz energética, y de hecho las transnacionales de la ecología buscan –aunque
no lo dicen abiertamente- aumentar nuestra dependencia de esos combustibles).
El listado de mentiras y
tergiversaciones, puede seguir hasta el infinito.
En cambio, guardan cómplices
silencios, cuando se trata de empresas británicas (como el derrame de petróleo
de Shell, en las costas de Magdalena); o en los barcos agresores británicos
hundidos por nuestros aviones, que con sus armamentos nucleares ¿acaso no los
tenían? están contaminando el Atlántico Sur; o se desentienden de problemas “no
agendados” (no determinados por sus casas matrices, manejadas desde el imperio
colonialista británico, aunque una de sus sedes esté en Holanda), como las
matanzas de árboles en Buenos Aires.
Cabría acotar que desde hace varios
siglos Holanda opera como subordinada estratégica de Gran Bretaña, por lo que
la sede holandesa de Greenpeace es una anécdota, pero ese ya es otro tema.
Al decir “entes vinculados” a
Greenpeace se expresa no solo las ONGs del estilo “sellos de goma” (o sea con
uno o un puñadito de activistas), como el reciente desprendimiento
“grimpiciano” que es la ONG “Los Verdes”, así como FUNAM (Fundación para la
defensa del medio ambiente), también con la cara visible de otro activista
vinculado a la ONG transnacional; pues también cabe mencionar a los “compañeros
de ruta”, dentro de los cuales se destaca (por su machacar mediático
fuertemente emotivo, pero no por su seriedad ni certeza científica) otra
transnacional, WWF (World Wildlife Foundation) con su filial “argentina”
Fundación Vida Silvestre; y cada transnacional con su propia miríada de
“sellitos de goma” desplegados en nuestro territorio.
Con la complicidad de casi todo el
arco mediático, se repite en forma sistemática la metodología con la cual logran
fuertes golpes de efecto, y casi nulas repercusiones de las numerosísimas
demostradas falsedades, gruesas mentiras y constantes tergiversaciones, en las
que incurren al parecer sistemáticamente, por la recurrencia de ese tipo de
acciones.
Cada una de las “denuncias” de estos
provocadores supuestamente revestidos con el sayo de “salvadores del mundo”,
tiene muy fuertes efectos mediáticos, con amplias coberturas en diversos
medios; pero en cambio las contundentes desmentidas que se van concretando,
apenas si merecen algún espacio pequeño y marginal, en páginas interiores de
los cada vez menos leídos diarios convencionales (en papel), jamás en las tapas
de los diarios digitales, y casi por lógica consecuencia, no son mencionados en
las radios (que se nutren de noticias de esos medios), ni en noticiosos de la
TV.
Recientemente la Justicia Argentina
determinó que la muy promocionada denuncia de supuestas “aguas radioactivas” de
Ezeiza; eran simplemente una denuncia falsa, sin ningún asidero científico,
pese a las estrambóticas y vociferantes denuncias de Greenpeace y sus laderos
funcionales (por caso FUNAM y el más reciente “Los Verdes”); con las
complicidades del arco de peones mediáticos. De estos últimos, cabría indagar
si lo hacen por ignorancia, por cooptación psicológica (léase fanatismo
dogmático) o por simples y oscuros intereses venales (léase por aportes
financieros u otras recompensas) como el caso de cierto famoso comentarista que
se quedó con su sola voz, muy ultra privatista él, a sueldo de Repsol.
El fallo judicial de Lomas de Zamora,
determinó con la fuerza de los peritajes científicos incuestionables, que
resulta totalmente falaz pretender inculpar a la Comisión Nacional de Energía
Atómica, a cuyo Centro Atómico Ezeiza querían endilgar una supuesta
contaminación radioactiva que no existe.
Quedó en claro que la CNEA –ente
científico de notable trayectoria e incuestionable relevancia, no solo nacional
sino mundial-, estaba totalmente acertada en sus descargos, comprobándose que
las napas subterráneas del entorno, muestran trazas considerables de nitratos
(productos de aguas negras, o pozos cloacales), además de niveles normales de
radioactividad.
¡Tal cual, la radioactividad existe
en la naturaleza!, y en dosis muy bajas, emana de muchos elementos con los que
convivimos diariamente, como las estructuras de cemento, diversos otros
minerales, el agua que fluye
arrastrándolos en pequeñísimas moléculas, etc.
Pero mientras tanto, las agresivas y
dudosamente bien intencionadas manifestaciones públicas de activistas,
difamaron sistemáticamente al Sector Nuclear Argentino, buscando provocar
miedos y sentimientos negativos en la población, como parte de las acciones de
destrucción de ese puntal del desarrollo tecnológico argentino.
Eso no es inocente ni casual, pues
tanto Greenpeace como WWF, son transnacionales creadas y manejadas por Gran
Bretaña, y operan como apéndices del poder colonialista, en el marco de la “war
soft” (guerra blanda) que claramente y en forma solapada e insidiosa realiza
sin descanso contra nuestro país, en pos de su objetivo de volver a
transformarnos en una dócil republiqueta, fácilmente manipulable y reducida al
rol de mísero productor de materias primas, sin industrias y sin desarrollo
tecnológico propio. ¡Solo así se entiende tanto ensañamiento, tanta
tergiversación y tanta carga de agresivas mentiras, montado todo en forma tan
constante y sistemática!
C.P.N. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
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