DÍA DE LA MEMORIA - SIN OLVIDOS NI EXCLUSIONES
Se cumplen cuatro décadas de la terminación del deplorable y muy negativo
“proceso” cívico militar, que no por casualidad se autodenominó “proceso de
reorganización nacional”, posicionándose como el sucesor histórico del período
llamado proceso de organización nacional, marcado por el predominio
excluyente del mitrismo, en la segunda mitad del siglo XIX.
El del siglo XIX instaló el sistema socio político y económico semi feudal,
imponiendo el unitarismo recargado a la medida de las oligarquías camperas, a
las que facilitó y promovió su creación y consolidación, pues fue en las
presidencias de Mitre y Sarmiento -predominantemente-, cuando se asignaron
descomunales extensiones de las mejores y más fértiles tierras, que pasaron a
propiedad de unas pocas familias, que formaron y consolidaron la pretendida
“aristocracia” local, el excluyente poder real interno, originalmente subordinado
claramente al sutil poder diplomático y financiero del Reino Unido, la gran
potencia mundial de ese período histórico, ya en decadencia a fines de ese siglo.
El mitrismo se consolidó en base a asesinatos y degüellos de los caudillos
federales y del gauchaje, por entonces iletrado pero consustanciado siempre con
Lo Nacional, además de operar como carne de cañón al servicio de británicos e
imperiales brasileños para destruir al Paraguay.
El pensamiento feroz y excluyente de las oligarquías, lo resumió Sarmiento,
al expresar “no hay que ahorrar sangre de gauchos, que para lo único que sirve
es para abonar la tierra”.
El mismo odio visceral y desprecio al pueblo común, mostraron con
desparpajo y soberbia, los miserables que en 1955 lo bombardearon
inmisericordemente en Plaza de Mayo (entre muchos otros, masacraron a
escolares que iban en un ómnibus a la Casa Rosada), antes colocando un
explosivo en una estación céntrica de subte, y después perpetrando el golpe de
Estado con sus secuelas de persecuciones, fusilamientos y proscripciones.
Después, ya con casi todos los uniformados totalmente cooptados y
colonizados mentales con la apátrida doctrina liberal y la sumisión al “mundo
occidental” al cual subordinaron y por el que incluso despreciaron el amor a la
Patria, les inculcaron que la prioridad excluyente es “defender al sistema”.
Vendrían en sucesión histórica los golpes de Estado de 1962 y 1966,
comparativamente “moderados” con relación a la sumatoria de brutalidades
perpetradas entre 1976 y 1983, esto como contexto “necesario” para imponer al
como sea, al destructivo neoliberalismo, cruda realidad que hasta hoy ignora la
mayoría de los uniformados de mentalidad procesera y entusiastas practicantes
del patrioterismo de bandera.
Esos patrioteros de bandera, a puro himno y bandera, se dedicaron a
destruir la economía argentina, a destrozar el tejido social y a pisotear la
soberanía, como dóciles marionetas obedientes a los dictados de los
anglosajones y otras potencias alineadas con ellos.
Sin por ello justificar ningún tipo de asesinatos ni torturas, fue falso de
falsedad total que las violencias que precedieron y luego se exacerbaron en “el
proceso”, se hayan perpetrado solo contra los que “algo habrán hecho”,
eufemismo que pretendía englobar a las guerrillas.
Así lo prueban los muchos asesinatos de los que fueron víctimas personas
que “molestaban” a los proceseros, sin por ello ser violentos ni menos aun
“subversivos”; citando entre otros, al Mayor Bernardo Alberte (primera víctima
del “proceso”, asesinado con saña en su vivienda en presencia de sus familiares,
pues molestaban sus fundadas críticas a Videla y su lealtad a Perón y su doctrina);
al gremialista Oscar Smith, que se oponía a las “privatizaciones salvajes” y
destrucciones adrede de las Empresas Del Estado, perpetradas luego por “Joe”
Martínez De Hoz y sus secuaces; el “accidente” que tronchó la vida del muy
querido folclorista Jorge Cafrune; la diplomática Elena Holmberg, “suicidada”
arrojada desde lo alto de un edificio en construcción, por el “delito” de haber
visto involuntariamente la connivencia entre el Comandante Massera y el líder
montonero Mario Firmenich, en un céntrico café parisino.
También en el “proceso” mantuvieron en largos cautiverios bajo regímenes
de torturas físicas y/o psicológicas, sin cargos concretos y sin juicio previo, a
muchas personas, en base al feroz odio antiperonista, como lo hicieron con la
Presidenta depuesta, María Estela Martínez de Perón, el patriota Dr. Julio Carlos
González (con quien tuve el enorme gusto de conversar, extensamente, en tres
oportunidades), y muchos más.
Claro está, que siendo objetivo y repudiando todo tipo de violencia, sobre
todo la que busca sembrar el terror, cabe también rechazar y abominar los
asesinatos y atentados perpetrados por las guerrillas, como lo fueron contra
José Ignacio Rucci; Oberdan Salustro, varios Ingenieros Militares abocados a
desarrollos tecnológicos, bombas que mataron o mutilaron a muchas personas,
entre ellas niños, etc.
Ambos bandos perpetradores de violencias (las estatales o paraestatales, y
las de guerrillas), fueron dóciles instrumentos utilizados para implementar un
contexto asimilable a una guerra civil, para lo cual los dos sectores fueron
fogoneados por las potencias anglosajonas, para sembrar odios irreconciliables y
destruir el notable desarrollo socio económico logrado y consolidado a partir de
las fuertes y profundas iniciativas concretadas desde el primer gobierno
peronista, con mejoras sociales acentuadas y un más que respetable desarrollo
económico y tecnológico, con una tasa del orden del 4 % anual acumulativo, entre
1946 y 1976.
Ese cuadro asimilable a guerra civil, fue el definido por el historiador y
analista canadiense – británico Harry S. Ferns, como lo único que lograría destruir
los múltiples avances concretados e institucionalizados a partir del peronismo.
Con la sutileza que caracteriza al accionar británico, fue muy claro que
ambos bandos que desatarían las violencias internas, fueron estimulados a
perpetrarlas. Los uniformados cooptados por la doctrina liberal (luego
neoliberal), inculcándoles la “defensa del mundo ‘libre, occidental y cristiano’ “,
subordinando como secundario o meramente declamativo al patriotismo; con la
contrapartida del odio visceral al comunismo y al peronismo, ideologías a las que
torpe o maliciosamente tendieron a asimilar como similares. Y las guerrillas, con
instigados sutiles dogmas de “socialismo” o similares, mientras evidenciaron
apoyar las violencias sin límites, para lo cual se interceptaron al menos dos
cargamentos de municiones traídos del Reino Unido, con destinos “ignotos” (en
el puerto de Buenos Aires, bajados del buque Endurance; y en el aeropuerto de
Córdoba, bajado de un avión de la Caledonian).
Se sabe que los anglosajones son expertos en provocar y acentuar
profundos odios internos, para perpetrar violencias y desmembramientos de
territorios, tal como lo hicieron en la India, en la ex Yugoeslavia, en distintos
países de África, en Guatemala (“inventando” Belice), y como buscan hacerlo en
Sudamérica, en particular en Argentina, con distintas acciones de zapa, como las
del ultra indigenismo, el ultra ecologismo, el “libertarismo”, y el materialismo
neoliberal entre otras.
Tanto los muy poco ilustrados milicos proceseros (en las antípodas de
Señores Militares de Mentalidad Nacional), como los que reivindican violencias
pasadas de guerrillas, evidencian seguir atados a pautas setentistas, hoy
anacrónicas en el mundo multipolar de hoy, al cual evidencian no comprender ni
menos aun accionar para defender valores de la argentinidad, ni los
geopolíticamente necesarios de la Patria Grande, estos últimos para
posicionarnos en el Mundo de los Grandes Bloques de Poder que se evidencia ya
muy claramente.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos